La formación izquierdista Syriza se alzó este domingo con una clara victoria en las elecciones generales griegas y tras una campaña centrada en pronunciarse contra las políticas de austeridad y contra la sumisión a la troika se situó cerca de la mayoría absoluta.
El partido liderado por Alexis Tsipras no podrá gobernar en solitario, pues tras el recuento del 95 por ciento de los votos, alcanzaba el 36,4 por ciento, lo que le asegura 149 escaños, dos menos de los necesarios para la mayoría absoluta.
"El pueblo le ha dado un mandato claro" a Syriza, lo que supone que Grecia cambia de rumbo y "deja la austeridad tras cinco años de humillación", dijo Tsipras al dirigirse a los ciudadanos desde un palco colocado ante la universidad de Atenas.
"Hoy el pueblo griego ha escrito historia", exclamó el líder izquierdista.
Tsipras afirmó también que la decisión del pueblo griego hace que la troika de acreedores (integrada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) "sea pasado".
No obstante, dejó claro que "el nuevo Gobierno negociará con nuestros socios europeos", y añadió que presentará su propio plan de reformas "sin nuevos déficit pero tampoco sin superávit irrealizables".
Tsipras tendió la mano a los que no han votado por él y afirmó que en estas elecciones no hay "ni vencedores ni vencidos" y que formará un gobierno "para todos los griegos".
"Hoy perdió la Grecia de los oligarcas y de los corruptos", y "ganó la Grecia del trabajo, del conocimiento y de la cultura... Ganó la Grecia que lucha y tiene esperanza", dijo el líder izquierdista entre los vítores de sus seguidores, que lanzaron incluso fuegos artificiales.
La derrota del primer ministro
El gran derrotado de la jornada fue el primer ministro Andonis Samarás y sus conservadores de Nueva Democracia, que alcanzaron el 27,8 por ciento de los votos, lo que se traduce en 76 escaños.
Samarás evitó felicitar a su rival en público, pero, según la televisión estatal, lo hizo por teléfono.
En su breve comparecencia pública, en el centro de congresos de Zapeio, donde se había instalado el centro de prensa, Samarás evitó reconocer su derrota explícitamente y se limitó a señalar que reconocía la voluntad del pueblo.
"Hoy dejo un país que sale de la crisis miembro de la UE y del euro. Deseo que el próximo Gobierno mantenga estos éxitos", añadió.
El primer ministro saliente afirmó que espera que "no se cumplan mis previsiones", y aunque no precisó a qué se refería, aludió con ello a los malos augurios pronunciados durante su campaña electoral para el caso de una victoria de Syriza.
Samarás basó buena parte de su campaña en vaticinar una Grecia fuera del euro y en bancarrota si se producía un triunfo del partido izquierdista.
Neonazis celebran tercer lugar
Uno de los vencedores de la jornada fue el partido neonazi Amanecer Dorado, que pese a tener a la mayor parte de su cúpula en la cárcel por presuntos delitos criminales, obtuvo un 6,3 por ciento, lo que supone 17 escaños.
La probable clave del futuro gobierno la constituye el partido centrista To Potami (El Río), que en cuarta posición, con el 6 por ciento y 17 escaños, se convierte en aliado natural de Syriza, si bien en la campaña el líder de esta formación, Stavros Theodorakis, evitó pronunciarse en ese sentido.
En una primera reacción Theodorakis se limitó a señalar que no "colaboraremos con partidos antieuropeos", pero afirmó que es pronto para "entrar en detalles" sobre una posible cooperación con Syriza.
Resultados de otras agrupaciones
Los comunistas del KKE obtuvieron un 5,5 por ciento de los votos, lo que se traduce en 15 escaños, y los nacionalistas de derechas Griegos Independientes el 4,7 por ciento y 13 escaños.
Otro gran perdedor de estas elecciones fue el cogubernamental partido socialdemócrata Pasok, que perdió dos tercios de los votos frente las elecciones de junio de 2012 y se quedó en un 4,7 por ciento y 13 escaños.
El líder de Pasok, Evangelos Venizelos, reconoció el mal resultado y, aunque felicitó a Syriza, le recordó que "la actual situación griega necesita de mayorías más amplias".
Según Venizelos, gran parte de la responsabilidad de esta caída socialista la tiene el ex primer ministro Yorgos Papandreu "que provocó una escisión por razones personales".
El partido recién creado de Papandreu, el Movimiento de los Socialistas Demócratas, no logró superar el 3 por ciento mínimo para acceder al parlamento, al obtener solo un 2,5 por ciento.
Con el 95 por ciento escrutado, la participación electoral era del 63,8 por ciento, la misma que en junio de 2012.