La invasión rusa de Ucrania ha afectado a la generación de conocimiento: un estudio recogido este lunes por la revista Nature Climate Change alerta de la pérdida de datos y comprensión de lo que ocurre en la mitad del territorio Ártico desde hace dos años.
Uno de los autores del estudio, el español Efrén López-Blanco, investigador de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, explicó a EFE que, desde el inicio del conflicto, los investigadores no rusos no tienen acceso a 17 de las 60 estaciones científicas existentes en altas latitudes árticas, y viceversa.
Al comenzar la guerra, "dejan de fluir los datos, la información, la visitas y la colaboración, hasta ese momento habitual, entre científicos rusos y de otras nacionalidades", afirmó López-Blanco.
En definitiva, el intercambio científico lleva "pausado" durante dos años en un momento vital para comprender procesos como los impactos y la mitigación del cambio climático en el Ártico, una zona del planeta que se calienta a un ritmo entre dos y cuatro veces superior a la media mundial, lo que puede tener consecuencias globales.
"Desde el comienzo de la invasión sólo podemos hacer una parte del guiso por así decirlo, nos faltan ingredientes para hacerlo al completo", detalló el investigador gallego.
El resultado es que la invasión de Ucrania ha provocado una "laguna de conocimiento" importante en el Ártico y, en consecuencia, una falta de compresión científica de la zona más vulnerable del planeta.
Dicha laguna afecta a datos como la temperatura media anual del aire, precipitaciones totales, profundidad de la nieve, humedad del suelo, biomasa de la vegetación, o carbono del suelo, entre otros.
Esta menor habilidad para contar con información y estudiarla se traduce también en conclusiones científicas con cierto sesgo y en estrategias de manejo y conservación de la zona basadas en menores capacidades de comprensión de lo que ocurre.
Para superar esta brecha de conocimiento actual, los investigadores consideran que urge mejorar la infraestructura de las estaciones científicas no rusas y abrir otras nuevas en lugares que puedan ofrecer datos similares a los que se obtienen en las estaciones rusas.