La 39a ceremonia de los premios César del cine francés finalizó con una edición sobria y lineal en la que el principal foco de atención entre los televidentes fue la reaparición pública de la supuesta amante del presidente galo, François Hollande, nominada en la categoría de mejor actriz de reparto.
La llegada de Julie Gayet al Teatro Châtelet de París sola, con el pelo suelto y un traje de chaqueta negro, encendió las redes sociales poco antes del inicio de la gala, en la que no hubo indirectas al revuelo sentimental en el Elíseo.
La ausencia de comentarios o bromas sobre la reciente separación de la pareja presidencial marcó el tono de una ceremonia poco dada a la comicidad, presentada por la actriz Cécile de France, y presidida por el actor François Cluzet.
"Está claro que los estadounidenses tienen más humor que nosotros", confesó en la sala de prensa la joven Adèle Exarchopoulos, tras haber sido recompensada como mejor actriz revelación por su rol en "La vie d'Adèle", del franco tunecino Abdellatif Kechiche.
El protagonismo, por mérito propio y en sentido meramente laboral, lo acaparó Guillaume Gallienne con su cinta autobiográfica "Les garçons et Guillaume, à table!", que se llevó cinco de los diez premios a los que aspiraba, incluidos el de mejor película, mejor actor, mejor ópera prima, mejor adaptación y mejor montaje.
La estadounidense Scarlett Johansson, que recibió un César de Honor en reconocimiento a su trayectoria.
Su aparición con su prometido, el francés Romain Dauriac, regaló a los telespectadores alguna escena cariñosa entre la pareja, y dejó para el recuerdo la promesa de la actriz, una vez recogido el César, de aprender francés en un futuro inmediato.
La ceremonia, broche de oro a la producción del cine francés y celebrada dos días antes de que los Óscar brillen en Hollywood, contó igualmente con breves pinceladas foráneas, como la de la actriz española Rossy de Palma, que participó en el número musical y entregó a la belga "Alabama Monroe" el César a mejor película extranjera.