El presidente francés, Emmanuel Macron, afrontará su segundo mandato sin la mayoría absoluta parlamentaria que tenía, perdida este domingo en la segunda vuelta de las legislativas por la unión de la izquierda, convertida en la primera fuerza de oposición, y por el avance histórico de la ultraderecha.
Las fuerzas coaligadas que apoyan la política del Elíseo perdieron más de un centenar de los 350 diputados que tenían y se quedan lejos de los 289 que le permitirían sacar adelante las leyes sin el aporte de otros grupos.
Con el 97 por ciento de los votos escrutados y 42 escaños sin asignar aún, la alianza macronista tiene 222 diputados, según los datos oficiales del Ministerio del Interior.
La Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES), liderada por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon y que aglutina a su partido, La Francia Insumisa, a socialistas, comunistas y ecologistas, multiplicó por tres los parlamentarios que esos partidos consiguieron hace cinco años y se sitúa por ahora en 116.
El veterano político, de 70 años, tercero de las pasadas presidenciales, logró dos de sus objetivos, liderar la oposición y evitar la mayoría de Macron, pero no el tercero, el de lograr una mayoría que le convirtiera en el nuevo primer ministro.
Por eso, su balance fue agridulce, lejos de lo que auguraban los sondeos y ensombrecido por el histórico resultado logrado por la extrema derecha de Marine Le Pen, que por ahora tiene 88 diputados en la Asamblea Nacional.
El RN supera por primera vez al partido conservador tradicional, que cae hasta los 61 diputados.
LEGISLATIVO MUY DIVIDIDO
El nuevo legislativo francés estará más dividido que nunca en un sistema que prima las mayorías y obligará a Macron a buscar apoyos externos para sacar adelante sus proyectos.
La primera ministra, Elisabeth Borne, consideró que esta fragmentación "inédita" supone "un riesgo a la vista de los desafíos nacionales e internacionales" que afronta el país, pero hizo un llamamiento a gobernar con "sensibilidades múltiples" para "lograr la estabilidad necesaria y conducir las reformas necesarias".
La jefa del Gobierno auguró diálogo pero no anunció un cambio de rumbo, al contrario, señaló que hay que "amplificar y acelerar" en la ruta marcada por Macron, con medidas de protección contra la inflación, el pleno empleo o la transición ecológica.
Su apelación iba destinada a los sectores más moderados de los partidos que se sentarán en la nueva Asamblea Nacional.
Mientras que Mélenchon y Le Pen se apresuraron a asegurar que se opondrán con todas sus fuerzas al presidente, las miradas se volvieron al conservador Los Republicanos.
Su líder por ahora, Christian Jacob, que dejará el cargo tras el verano, aseguró que serán oposición a Macron, pero algunas figuras destacadas del partido, como los exministros Jean-François Copé y Rachida Dati, afirmaron en declaraciones televisivas que pueden apoyar algunos de sus proyectos.
Tampoco se sabe cómo reaccionarán los diferentes componentes de la NUPES, en cuyo seno conviven sensibilidades dispares, desde el radicalismo de La Francia Insumisa a posturas más tibias, como las del Partido Socialista.
MACRON DEBERÁ NEGOCIAR CON PARTIDOS TRADICIONALES
Macron, que lanzó hace cinco años su movimiento político para superar los partidos tradicionales, se verá ahora obligado a negociar con ellos.
El presidente no ha logrado su objetivo histórico de frenar a la extrema derecha y, aunque muy debilitados, ha visto como la derecha tradicional y la izquierda moderada siguen vivos.
Además, el "macronismo" sufrió la derrota de algunos de sus notables, como el actual presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, el de su grupo parlamentario, Christophe Castaner, o los ministros de Ecología, Amélie de Montchalin, y Sanidad, Brigitte Bourguignon, que no fueron elegidos.