El presidente francés, Emmanuel Macron, trató hoy de atajar la creciente protesta surgida en el país por la violencia policial, aseguró haberse visto "conmocionado" por el último episodio y pidió contundencia para sancionar a los agentes que incumplan los códigos.
Su intervención, formulada primero a través de un portavoz del Elíseo y luego con un amplio mensaje personal en Facebook, se produce tras la agresión el pasado día 21 a un productor musical negro, cuyas imágenes difundidas a través de las redes sociales han provocado muchas condenas.
"Francia no debe recurrir nunca a la violencia o la brutalidad, vengan de donde vengan. No debe dejar prosperar el odio o el racismo", indicó en Facebook, donde subrayó que aunque no aceptará los ataques a policías y gendarmes, "quienes hacen aplicar la ley deben respetarla".
Los últimos hechos, en los que cuatro agentes agreden y presuntamente insultan al productor Michel Zecler en su estudio parisiense, se producen días después de otras actuaciones similares, como el desalojo violento de un campamento de inmigrantes en la Plaza de la República de París.
La difusión de esos vídeos ha degradado la imagen de la Policía y coincidido con un momento particularmente inoportuno para el Gobierno, que impulsa una reforma legislativa para limitar la difusión de imágenes de las fuerzas del orden.
Esa reforma, aprobada ya en primera lectura por la Asamblea Nacional, ha levantado también ampollas entre organizaciones defensoras de derechos y medios de comunicación, que consideran que persigue levantar un telón de acero sobre la impunidad policial.
CONDENA UNÁNIME
Son muchas las voces que creen que, con esa ley, no habría podido conocerse la agresión a Zecler, que ha provocado una unánime condena entre personajes del mundo de la política, como el ex ministro del Interior Christophe Castaner, pero también de ámbitos como el deporte, con las críticas de futbolistas como Kylian Mbappé o Antoine Griezmann, dos de los más populares del país.
En ese contexto, Macron ha querido calmar la situación, para lo que ha pedido al ministro del Interior, Gérald Darmanin, contundencia para detener este tipo de hechos, y reclamó este viernes al Ejecutivo "propuestas para reafirmar el vínculo de confianza que debe existir entre los franceses y quienes los protegen".
El presidente está obligado a caminar sobre aguas turbulentas para no levantar susceptibilidades entre los policías ni dar la sensación de querer imponer la mano dura en las calles.
Macron conoce lo delicado de ese ejercicio. A principios de año, las fuerzas del orden ya estuvieron en el disparadero por dos casos, el de Cédric Chouviat, que murió asfixiado durante un arresto en enero, y más tarde el de Adama Traoré, que databa de 2016, pero cuya investigación, relanzada en junio, fue considerada laxa por asociaciones de derechos humanos.
Frente a esas acusaciones, los sindicatos policiales y de la gendarmería se consideraron desamparados de la protección del Gobierno.
LA MANO DURA DE DARMANIN
En su punto de mira estaba el entonces ministro del Interior, Castaner, quien, debilitado, dejó el Ejecutivo en julio pasado, sustituido por Darmanin, discípulo del ex presidente conservador Nicolas Sarkozy y defensor de una línea más dura.
A él se le atribuye estar detrás de la reforma de la controvertida ley de seguridad, pero, tras expresar un firme respaldo a los policías al principio, en los últimos días parece haber reculado.
En el caso de Zecler, Darmanin se mostró dispuesto a retirar el uniforme a los agentes implicados si la investigación concluye que no respetaron las normas deontológicas del Cuerpo, algo que parece desprenderse de las imágenes difundidas, por mucho que los policías aleguen que el productor musical trató de arrebatarles las armas.
Además de las cámaras de seguridad del estudio de Zecler, las redes sociales difunden otros grabados por particulares en la calle, en los que se ve al productor arrodillado en el suelo mientras recibe golpes de los agentes.
Cuatro de ellos están detenidos para ser interrogados, tres acusados de actos violentos y un cuarto de haber lanzado una granada lacrimógena al interior del estudio. Zecler sostiene, además, que recibió insultos racistas, pero los vídeos publicados no tienen sonido.