Menos de cuatro de cada 10 franceses dicen estar satisfechos con el inicio de la presidencia del joven ex ministro de Economía.
Además, obtuvo 10 puntos menos de los que tuvo su antecesor, François Hollande, en agosto de 2012.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, cumple este martes sus primeros 100 días en el poder con una popularidad en neto descenso que da por finalizado el estado de gracia, sacudido por polémicas no compensadas por el rápido cumplimiento de algunas promesas de campaña.
Menos de cuatro de cada 10 franceses (36 por ciento) dicen estar satisfechos con este inicio de mandato, muy alejado del apoyo del 62 por ciento que tenía recién llegado al poder en mayo.
Además, Macron obtuvo 10 puntos menos de los que tuvo su antecesor, el socialista François Hollande, en agosto de 2012.
Los franceses, según la encuesta difundida por el instituto demoscópico Ifop este viernes, esperan también resultados de avances concretos de su gobierno, en vísperas de una coyuntura que se augura cargada.
A finales de julio, la popularidad del presidente de Francia había llegado a un 54 por ciento, desplomándose 10 puntos en un mes, según el semanal Le Journal du Dimanche (JDD).
En este escenario, sin embargo, el portavoz gubernamental, Christophe Castaner, considera que en este tiempo se han sentado las bases de una "transformación profunda del país", empezando por un gobierno transversal, aunque señala: "Evidentemente, se necesitará más que esas primeras medidas para restaurar la confianza de los franceses", indicó en Facebook.
Entre críticas de autoritarismo, dimisiones y promesas cumplidas
Entres las visitas de sus pares de EE.UU. y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin, y su férrea defensa a la lucha contra el cambio climático, Macron ha multiplicado actividades con las que refleja una imagen de poder, pero el estilo de alejarse de la "presidencia normal" de Hollande hace que la oposición le recrimine confundir autoridad con autoritarismo.
La falta de rodaje de una nueva mayoría parlamentaria, compuesta en gran parte por neófitos con inexperiencia política y falta de disciplina colectiva, ha eclipsado además el hecho de haber conseguido el esperado cambio de rostros en la clase política.
En su balance de promesas cumplidas se encuentra el proyecto de ley de moralización de la vida pública -que acabó con la posibilidad de que cargos públicos contraten a familiares como asistentes- o autorizar al Ejecutivo a reformar el derecho laboral por decreto, mientras que entre sus pasos en falso se cuentan la reducción de las ayudas al alquiler o el rol de la primera dama.
También ha afectado la dimisión de cuatro ministros cuando apenas llevaban un mes al frente de sus departamentos, incluido el de Justicia, François Bayrou, por sospechas de nepotismo o investigaciones judiciales en sus partidos.
Además, influyó su polémica con el antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército, Pierre de Villiers, quien dimitió el día 19 por su desacuerdo con los recortes.
