Un terremoto de 6,8 grados de magnitud en la escala de Richter causó un pequeño tsunami en la costa de tres provincias del noreste de Japón sin registrar daños destacables y sin que se viera afectada ninguna central nuclear.
El seísmo se produjo a 140 kilómetros frente a la costa de Fukushima, con su hipocentro a unos 10 kilómetros de profundidad, y desató una alerta de tsunami que fue desactivada dos horas después.
La alerta, que preveía olas de un metro, incluía las costas de las provincias de Fukushima, Miyagi e Iwate, la misma zona azotada en marzo de 2011 por un terremoto de magnitud 9 y un posterior tsunami, que causó miles de muertos y desató una de las peores crisis nucleares de la historia.
La operadora de la central de Fukushima, Tokyo Electric Power Co (TEPCO), informó este sábado de que no se había registrado ningún daño en la accidentada central, aunque algunos de sus trabajadores fueron evacuados del muelle que se encuentra frente a la planta.
La Agencia de Meteorología, que señaló que el de hoy se trataba de una réplica del gran terremoto de hace tres años, registró una elevación del nivel del mar junto a la central de unos 30 centímetros.
Por su parte, la operadora Tohoku Electric Power Co, comunicó que tampoco se había detectado ningún problema en la central de Onagawa, en la prefectura de Miyagi.
Después de que se activara la alerta de tsunami, las autoridades locales de la región lanzaron avisos de evacuación en nueve municipios de las provincias de Miyagi e Iwate, lo que afectó a 26.000 de personas, según las cifras facilitadas por la agencia Kyodo.
En la prefectura de Fukushima, tres personas resultaron heridas aunque no de gravedad.
La Agencia de Meteorológica registró olas de 20 centímetros en la ciudad de Ishimaki y de 10 centímetros en Ofunato, ambas después de las 05.10 hora local (20.10 GMT del viernes).
Las autoridades desactivaron la alerta de tsunami a las 06.15 hora local (21.15 GMT del viernes), sin que en ese tiempo se registraran daños materiales o alteraciones en la red de transporte de esa región japonesa.
Japón se asienta sobre el llamado anillo de fuego, una de las zonas sísmicas más activas del mundo, y sufre terremotos con relativa frecuencia por lo que las infraestructuras están especialmente diseñadas para aguantar los temblores.