Los decesos se contabilizaron durante los últimos tres días.
La OTAN estima que hay entre 1.000 y 3.000 yihadistas en el país asiático.
Entre los fallecidos en la ofensiva hay comandantes de la formación.
Un total de 42 yihadistas del Estado Islámico (EI) murieron durante los últimos tres días en una operación de las tropas afganas para despejar el principal bastión de ese grupo en el país, en la provincia oriental de Nangarhar.
"El objetivo de la operación es acabar con la presencia del Daesh (acrónimo del EI en árabe) en las aldeas del distrito de Achin y la eliminación del grupo", indicó el Ministerio de Defensa afgano en un comunicado.
Entre los fallecidos en la ofensiva, desarrollada conjuntamente por la Policía, el Ejército y los servicios de inteligencia, se encuentran comandantes de la formación, además cinco insurgentes heridos.
El portavoz de la Policía provincial, Hazrat Husain Mashriqiwal, indicó que voluntarios locales están participando en la operación, que también cuenta con apoyo aéreo.
"Al menos 20 aldeas han sido despejadas de (la presencia) del Daesh en los últimos tres días y la operación continuará hasta que todas las partes del distrito" queden libres, informaron fuentes oficiales.
Estados Unidos a la ofensiva
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) estima que hay entre 1.000 y 3.000 insurgentes del EI en Afganistán, la mayoría concentrados en unos pocos distritos de Nangarhar fronterizos con Pakistán.
Las fuerzas estadounidenses han incrementado sus acciones contra el grupo en las últimas semanas, después de recibir luz verde desde Washington para llevar a cabo bombardeos contra el EI en Afganistán.
En su informe de 2015 sobre las víctimas civiles en el conflicto, presentado ayer en Kabul, la misión de la ONU en Afganistán (Unama) documenta por primera vez 83 ataques relacionados con el Estado Islámico, 82 de ellos en la provincia de Nangarhar.
Estados Unidos mantiene a unos 9.800 soldados en Afganistán, de los que cerca de la mitad permanecerán más allá del final del mandato del presidente, Barack Obama, en enero de 2017.
