Británicos conmemoran el 7-J bajo la sombra de nuevos atentados fallidos

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Autor: Cooperativa.cl

El recuerdo de las decenas de muertos y heridos que dejaron los ataques del 7 de julio de 2005 se cruza con el temor tras los frustrados ataques en Londres y Glasgow.

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El Reino Unido conmemora este sábado el segundo aniversario de los sangrientos atentados suicidas del 7 de julio (7-J) en la capital británica, todavía bajo el impacto de los ataques fallidos hace una semana en Londres y Glasgow.

 

Cincuenta y dos personas, además de los cuatro suicidas, murieron aquel día, y más de 700 resultaron heridas en una acción coordinada que iba a exacerbar aún más la polémica sobre la invasión de Irak y la presencia militar británica en aquel país árabe.

 

Aquellos sucesos serían seguidos dos semanas después por otra nueva racha de atentados contra la red de transportes londinense, esta vez todos ellos fallidos al no explosionar los artefactos que llevaban los terroristas.

 

La noticia de los atentados del 7-J sorprendió al ex primer ministro británico Tony Blair presidiendo la cumbre de los siete países más ricos del mundo y Rusia (G-8) en Gleneagles (Escocia), donde el día anterior había recibido la noticia de la elección de Londres como sede de los Juegos Olímpicos de 2012 frente a otras ciudades candidatas, como París, Nueva York o Madrid.

 

El líder laborista, quien había manifestado, como otros dirigentes, su plena solidaridad con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, tras los atentados del 11 de septiembre (11-S) contra ese país, declaró entonces en tono apocalíptico que con el terrorismo habían cambiado las reglas del juego y anunció una serie de medidas para combatirlo.

 

El carácter draconiano de aquellas medidas puso en pie de guerra a los defensores de los derechos civiles, críticos del autoritarismo creciente de un gobernante que se había negado a reconocer que hubiera alguna relación entre el crecimiento del terrorismo y la invasión de Irak.

 

Una invasión llevada a cabo con el pretexto, primero, de unas inexistentes armas de destrucción masiva y justificada después, cuando se vio la falacia de ese argumento, como una intervención puramente humanitaria para librar al mundo de un dictador genocida.

 

El hecho de que los terroristas suicidas del 7-J fuesen individuos nacidos -o al menos criados- en el Reino Unido fue, sin embargo, para muchos una llamada de atención sobre las repercusiones profundas en los musulmanes británicos de la invasión de Irak y de la doble moral que atribuían a Occidente en su trato con Israel y los palestinos.

 

Mientras tanto Tony Blair es ya historia, pero su sucesor, Gordon Brown, al poco de estrenarse en el cargo el pasado 27 de junio, tuvo que hacer frente a su primer desafío en nueva capacidad con unos intentos terroristas que han causado escalofríos entre los británicos.

 

Quienes hace una semana trataron de causar nuevas carnicerías con dos autobomba en Londres y lanzándose con un automóvil lleno de material incendiario contra el aeropuerto de Glasgow tenían un perfil inquietante y distinto de los anteriores.

 

Esta vez se trata, a juzgar por los todos los detenidos hasta ahora, de jóvenes profesionales de la medicina extranjeros, en su mayoría de Medio Oriente y contratados recientemente por el Servicio Nacional de Salud (NHS). (EFE)

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