El Gobierno ruso puso en su punto de mira a los testigos de Jehová y pidió a la Justicia que prohíba por "extremista" toda la actividad de esta organización religiosa que cuenta con 175.000 seguidores en el país.
El Ministerio de Justicia solicitó al Tribunal Supremo la prohibición del Centro de dirección de los testigos de Jehová en Rusia tras investigar su actividad, que considera "contraria a las leyes rusas y a los propios estatutos de la organización".
"No entendemos qué objetivo persiguen las autoridades. Se mire por donde se mire, nos parece un sinsentido. Creemos que se trata de una equivocación que finalmente se quedará en eso, y el Ministerio de Justicia retirará su demanda", dijo a EFE el portavoz de la comunidad religiosa en Rusia, Iván Belenko.
Los testigos de Jehová temen que el Gobierno se haya propuesto liquidar la totalidad de sus 2.200 grupos religiosos y 400 organizaciones locales.
Todo apunta, sin embargo, a que tienen los días contados en ese país, toda vez que el Supremo ya respaldó en el pasado su prohibición en varias regiones y ciudades.
¿Literatura religiosa extremista?
En todos los procesos judiciales contra la organización, las autoridades le han incriminado el almacenamiento y difusión de literatura religiosa de carácter extremista.
"Todas las decisiones judiciales contra nosotros se basan en una única acusación: que algunos de nuestros libros y discursos están en la lista de literatura extremista que existe en este país", explicó Belenko.
Denunció que las decisiones de incluir a unas u otras publicaciones en la lista negra "se tomaron en base a opiniones de falsos expertos y sentencias judiciales dictadas a espaldas de los creyentes".
Una cita del filósofo español Miguel de Unamuno estuvo a punto de convertirse en motivo legal para prohibir una de sus organizaciones territoriales, según el portavoz de los testigos de Jehová.
"Unamuno escribió que para creer en la inmortalidad del alma hay que desearlo, y el deseo debe ser tan fuerte como para silenciar la voz de la razón. Incluimos la cita en un discurso y la Fiscalía nos acusó de extremistas. Sólo a última hora alguien paró la denuncia, seguramente por respeto al filósofo", recordó Belenko.
La noticia, sin embargo, llegó a los medios de comunicación oficiales, que en los últimos años se han subido a la ola propagandística que ensalza a la Iglesia ortodoxa rusa y critica a movimientos religiosos minoritarios como los testigos de Jehová o los Mormones.
"Cada vez que los medios informan de que algunas de nuestras publicaciones han sido incluidas en las listas de literatura extremista, nuestros creyentes son víctimas de actos violentos por parte de radicales", se quejó Belenko.
¿Secta?
El presidente de la Asociación rusa para el Estudio de Religiones y Sectas, Alexandr Dvorkin, considera que los testigos de Jehová son una secta que crea en torno a sus seguidores su propio mundo, un entorno aislado del resto de la sociedad.
Dvorkin también ha criticado y ha tachado de sectas a los Mormones y a la Iglesia de la Cienciología, prohibida por la Justicia rusa en noviembre de 2015.
La campaña contra las sectas coincide con un alza sin precedentes en más de un siglo de la religiosidad entre los rusos, aunque menos del 10 por ciento de los ciudadanos acuden regularmente a la iglesia, según estudios del prestigioso Centro Levada.
Ahora que los ortodoxos deben observar el gran ayuno de la Cuaresma, tan sólo un 3 por ciento de los rusos siguen con rigor las restricciones en la alimentación previas al Domingo de Resurrección.
Hace muchos años que el Kremlin va de la mano con la Iglesia ortodoxa rusa en la defensa de los valores tradicionales, mientras acusa a Occidente de ser una sociedad depravada que ha perdido su identidad por tolerar los matrimonios homosexuales y por permitir la entrada descontrolada de inmigrantes que profesan otras creencias.