Un juez de Sudáfrica dictó penas de 18 y 23 años de cárcel para dos granjeros blancos hallados culpables de matar a un muchacho negro al que encontraron robando en una plantación de girasoles en 2017.
La sentencia fue emitida por el Tribunal Superior de la provincia Noroeste, el mismo que ya había declarado culpables a los dos acusados el pasado octubre.
Uno de los acusados, Pieter Doorewaard, fue condenado a 15 años por asesinato, a los que se suman otras penas más pequeñas por intimidación, secuestro y otros delitos, hasta un total efectivo de 18 años entre rejas. El otro imputado, Phillip Schutte, fue sentenciado a 23 años, de los cuales 20 pertenecen a la pena por asesinato.
Al dar a conocer las resoluciones, el juez Ronald Hendricks, destacó que "aunque los acusados no planearon directamente matar al joven Matlhomola Mosweu, sus acciones fueron espantosas".
El suceso ocurrió en abril de 2017 en la localidad de Coligny, en la citada provincia y a unos 200 kilómetros al oeste de Johannesburgo.
Los dos trabajadores del campo encontraron a la víctima y a otro joven robando girasoles en una de sus plantaciones. Posteriormente apresaron al joven de 16 años, quien después murió al caer de una camioneta en marcha.
Doorewaard y Schutte, ambos afrikáner, alegaron durante el juicio que el menor había saltado mientras lo llevaban a la comisaría más cercana, pero el tribunal del caso rechazó sus argumentos.
El único testigo de lo sucedido relató que no solo le habían arrojado del vehículo, sino que, además, el adolescente había sido previamente agredido y sangraba en abundancia debido a los golpes recibidos por los granjeros.
El incidente desató fuertes protestas en la zona y elevó las tensiones raciales en Sudáfrica, prevalecientes desde los tiempos del régimen de segregación racial del "apartheid" (concluido oficialmente en 1994 con las primeras elecciones democráticas).
La mayoría de las granjas y explotaciones agrícolas sudafricanas pertenecen a la minoría blanca, y entre la población negra son habituales las denuncias de explotación y racismo.
Los propietarios, a su vez, sufren a menudo robos y ataques violentos, que el año pasado se acabaron con alrededor de medio centenar de muertos, según cifras de la Policía relativas al periodo entre abril de 2017 y el mismo mes de 2018.