Sudáfrica, a 100 años del nacimiento de Nelson Mandela

Publicado:
| Periodista Digital: EFE

La nación sudafricana, que este miércoles conmemora el centenario de su "padre de la patria", sigue hoy en la lucha por cerrar sus heridas.

Sudáfrica, a 100 años del nacimiento de Nelson Mandela
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Sudáfrica celebra este miércoles el centenario de Nelson Mandela (1918-2013), primer presidente de la democracia multirracial en el país tras la caída del régimen segregacionista del "apartheid", figura clave en la lucha antirracista y por la democracia del siglo XX.

Casi un cuarto de siglo después de que Mandela se convirtiese en el primer presidente negro de Sudáfrica, estreno de una democracia que hablaba de reconciliación tras décadas de segregación racial, el país sigue hoy en lucha por cerrar sus heridas y es uno de los más desiguales del mundo.

Aunque el legado moral del "padre de la nación" -de cuyo nacimiento se cumplen 100 años este miércoles- siga vigente y se haya convertido en patrimonio de la humanidad, para un gran sector de la población esa herencia no culminó en una emancipación real, ya que más de la mitad de los sudafricanos viven en la pobreza.

Según el Banco Mundial, el 1 por ciento mejor posicionado de la sociedad sudafricana posee el 70,9 por ciento de la riqueza total del país, mientras que el 60 por ciento con menos recursos -por razones históricas, mayoritariamente población negra- concentra solo el 7 por ciento.

"Como la esclavitud y el (régimen segregacionista del) 'apartheid', la pobreza no es natural. Es creada por el hombre y puede ser superada y erradicada por la acción del ser humano", afirmó Mandela en un recordado discurso pronunciado en Londres en 2005.

Sin embargo, la brecha de la desigualdad permanece pese a que el mismo movimiento de liberación que contó a Mandela entre sus líderes, el Congreso Nacional Africano (CNA), ocupa el poder desde el fin del "apartheid".

El CNA ha ganado todas las generales desde 1994 con más del 50 por ciento de los votos, pero en los últimos años afrontó duras protestas y movimientos sociales encabezados por aquellos a quienes promete proteger.

Aunque Sudáfrica tiene mucho por hacer en muchos ámbitos, la expresión pública de ese malestar ha tenido cuatro grandes puntas de lanza en los últimos tiempos: la masacre de mineros de Marikana, una ola de violentas protestas de estudiantes por el acceso a la educación, la creciente tensión social por el reparto desigual de la tierra y el hastío con la corrupción.

En este año del centenario de Madiba (como llaman popularmente a Mandela en su país), lo que más ha tocado la fibra de la "nación arco iris" es la reactivación del debate sobre el reparto de la tierra, una injusticia histórica cuya reparación prevé la Constitución pero para la que el Gobierno nunca halló una receta.

Violentas ocupaciones salpican cada mes las noticias y la izquierda radical gana terreno con su defensa sin tapujos de la expropiación sin compensación, mientras los terratenientes blancos dicen vivir con miedo a ser atacados.

Pero la minoría blanca posee el 72 por ciento de la tierra; mestizos e indios, un 15 por ciento; y la mayoría negra que vivió sin derechos durante décadas solo tiene un 4 por ciento.

A estos movimientos se añade un contexto de corrupción generalizada durante la presidencia de Jacob Zuma (2009-2018). Los escándalos llegaron a ser tan graves que su propio partido forzó su dimisión el pasado febrero.

Al asumir el cargo, su sucesor, Cyril Ramaphosa, apeló precisamente al legado ético de Madiba para trabajar por una Sudáfrica más justa, pese que muchos conciudadanos creen que ya no es suficiente.

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