El papa Francisco llegó a Río de Janeiro para presidir la Jornada Mundial de la Juventud y en su primer acto con las autoridades brasileñas dijo que no trae "ni oro ni plata, sino lo más valioso, Jesucristo", a la vez que afirmó que la juventud es "el ventanal por donde entra el futuro en el mundo".
"No tengo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Jesucristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo. La paz de Cristo esté con vosotros", afirmó Francisco en la ceremonia de bienvenida ante la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en el Palacio de Guanabara, sede del gobierno estatal.
El Pontífice agregó que su visita a Brasil va más allá de las fronteras, ya que se debe a la celebración en Río de Janeiro de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud y a su deseo de encontrarse con los jóvenes de todo el mundo.
Esos jóvenes "hablan idiomas diferentes, pertenecen a culturas diferentes y sin embargo encuentran en Cristo las respuestas a sus más altas y comunes aspiraciones y pueden saciar el hambre de una verdad clara y de un genuino amor que los une por encima de cualquier diferencia".
"Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber energía más poderosa que la que brota del corazón de los jóvenes cuando son seducidos por la experiencia de la amistad con Él. Cristo tiene confianza en los jóvenes y les confía el futuro de su propia misión. Id y hacer discípulos, vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible y creen un mundo de hermanos", señaló.
Pero los jóvenes -agregó en su discurso en portugués- tienen confianza en Cristo, "no tienen miedo a arriesgar con Él la única vida que tienen, porque saben que no serán defraudados".
Francisco manifestó que sabe que dirigiéndose a los jóvenes habla también a sus familias, comunidades eclesiales y naciones de origen, "a los hombres y mujeres de los que depende en gran medida el futuro de estas nuevas generaciones".
"La juventud es el ventanal por el que entra el futuro en el mundo y por tanto nos impone grandes retos. Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones materiales y espirituales para su pleno desarrollo, darle una base sólida sobre la que pueda construir su vida", subrayó.
Alianza contra la desigualdad
Por su parte, Dilma Rousseff, propuso al papa Francisco una alianza para combatir las desigualdades y para diseminar por el mundo iniciativas de superación de la pobreza que han sido exitosas en Brasil.
"Un hombre que viene del pueblo latinoamericano, de nuestra vecina Argentina, agrega más condiciones para crear una alianza (entre el Gobierno brasileño y la Iglesia católica) de combate a la pobreza y de diseminación de buenas experiencias", afirmó la jefe de Estado en el discurso que pronunció en la ceremonia de recepción del pontífice.
"La presencia de Su Santidad en Brasil representa la oportunidad de renovar un diálogo con la Santa Sede en pro de los valores que compartimos. Luchamos contra un enemigo común, la desigualdad en todas sus formas", agregó Rousseff.
La mandataria explicó que "tal como en varias partes del mundo, la juventud brasileña está enfrentada a una legítima lucha por una nueva sociedad. Es un momento muy especial para la realización de las Jornadas Mundiales de la Juventud".