El papa Francisco regresó a la prisión en la que hace 10 años inició el rito de la misa "In coena domini", en la que cada Jueves Santo lava los pies a doce presos como recuerdo del gesto que tuvo Jesús con sus doce apóstoles antes de ser crucificado. El pontífice acudió a la Casa del Marmo en Roma, una cárcel de menores ubicada en la periferia de Roma, donde tras su homilía, en la que animó a los fieles a ayudarse entre sí, se levantó de su silla de ruedas para lavar y besar los pies diez hombres y dos mujeres. Los doce jóvenes reclusos, por su parte, aguardaron la llegada del papa sentados en un altillo. Entre ellos había diez chicos -cinco mayores de edad y cinco menores- y dos chicas -una mayor de edad y un menor-. Según detalló la Santa Sede, dos jóvenes eran de origen gitano, otro croata, otro rumano, otro ruso y otro senegalés y musulmán. "Es un gesto que dice cómo tenemos que ser nosotros con los demás", explicó Francisco.