El papa Francisco apeló este sábado al respeto religioso en Siria, un país que vive desde hace tiempo una "gran tribulación", y apostó por la continuidad de un Oriente Medio con presencia de cristianos, a pesar del éxodo registrado en algunas comunidades.
En una audiencia en el Vaticano con representantes de la comunidad católica greco-melquita, entre ellos el patriarca de Antioquía, Gregorio III Laham, el pontífice argentino quiso expresar su cercanía en la "angustia" de quienes han perdido a sus seres queridos en el conflicto sirio.
"Creemos firmemente en la fuerza del rezo y de la reconciliación y renovamos nuestro llamamiento a los responsables para que cese todo tipo de violencia y, a través del diálogo, se encuentren soluciones justas y duraderas para un conflicto que ya ha causado demasiado daño", afirmó Francisco.
"En particular, exhorto al respeto recíproco entre las distintas confesiones religiosas, para garantizar a todos un futuro basado en los derechos inalienables de la persona, incluida la libertad religiosa. Vuestra Iglesia desde hace siglos ha sabido convivir pacíficamente con otras religiones y está llamada a desempeñar un papel de fraternidad en Oriente Medio", agregó.
A los representantes de esta comunidad católica de rito bizantino, el papa les dijo que no se resigna a pensar en un Oriente Medio sin cristianos, a pesar del fenómeno de emigración que han venido registrando.
La emigración
"Sin embargo, muchos de vuestros hermanos y hermanas han emigrado y una nutrida representación de la comunidad en diáspora está aquí presente. A ellas les animo a mantener sólidas las raíces humanas y espirituales de la tradición melquita, conservando en cualquier parte la identidad greco-católica, porque toda la Iglesia necesita del patrimonio del Oriente cristiano", incidió Francisco.
"Que os ayude a vosotros a ser siempre cooperadores de la evangelización, cultivando la sensibilidad ecuménica e interreligiosa", añadió.
Y es que, según el obispo de Roma, las divisiones internas en las comunidades católicas "obstaculizan seriamente la vida eclesiástica, la comunión y el testimonio".