"Jamás he violado los derechos humanos", dijo el ex comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre al defender su inocencia respecto del procesamiento, en calidad de cómplice, por su participación en el episodio La Serena del caso "Caravana de la Muerte".
"Mi único pecado es haber estado ahí", señaló el general en retiro en una entrevista que publica este domingo el diario La Tercera, donde asegura estar "golpeado".
"Estoy viviendo uno de los momentos más difíciles de mi vida", afirmó.
"En el asesinato de las (15) personas del 16 de octubre de 1973 yo no tuve participación alguna, no supe ni escuché antes, durante ni después que habría consejos de guerra, fusilamientos ni ejecuciones, jamás", sostuvo Cheyre.
"He dicho toda la verdad y he aportado todo lo que sé de esas horas en el Regimiento Arica (de La Serena), como lo he hecho en todos y cada uno de los casos en que he sido requerido", agregó el uniformado, quien, respecto de su rol de ayudante del comandante Ariosto Lapostol señaló que sólo se trataba de una tarea de "secretario".
"No es alguien que planifica o comenta decisiones, no es un asesor del mando. Está en la oficina del lado, lo llaman con un timbre, recibe órdenes. Cuando estás en un espacio abierto, con el comandante hablando con un superior, el ayudante se mantiene a prudente distancia para no escuchar. No es alguien a quien el comandante le cuente cosas o comparta su visión o por qué va a resolver algo. Sostener lo contrario es no entender cómo funciona una institución jerárquica (...) Como ayudante yo no tenía ningún soldado a mi cargo", argumentó.
"No tenía cómo saber las atrocidades"
El 16 de octubre de 1973 "para nosotros era un día normal, cuando nos enteramos por teléfono de que venía en camino una comitiva con un general. Posteriormente, supimos que era (Sergio) Arellano (Stark) y que venían el mayor Moren Brito y otros oficiales. La comitiva estuvo apenas tres o cuatro horas en La Serena", recordó. En ese lapso "me tocaría acompañar a cierta distancia al comandante Lapostol, quien se reunió con Arellano en su oficina. Yo no entré a esa reunión, me quedé en mi oficina, que estaba al lado".
Al momento "no había escuchado nada respecto de un helicóptero que andaba recorriendo ciudades ni de sus efectos. Insisto en que no supe ni antes, durante ni después de que habría fusilamientos ni ejecuciones. Sólo escuché ese día los tiros, cuando estaba a una considerable distancia del lugar donde se realizaron, lo que quedó perfectamente establecido en la reconstitución de escena que hizo el juez (Mario) Carroza. Nunca fui al lugar de ejecución y en el proceso nadie sostiene eso".
"De las ejecuciones me enteré después, cuando tras escuchar los tiros, el coronel Lapostol ordenó a un oficial ir a ver qué ocurría y él regresa y dice que hay muertos; ni siquiera dijo en ese momento cuántos ni quiénes eran. Yo no tenía cómo saber las atrocidades que se cometieron ese día. Cada vez que he sido citado he relatado la secuencia en que ocurrieron los hechos. Yo no he sido cómplice, ni participé en violaciones a los derechos humanos, mi único pecado es haber estado allí", señaló.
"Yo soy inocente y lo demostraré. Cuando se produjeron los disparos yo estaba a unos 20 metros de distancia del coronel Lapostol y del general Arellano, a cientos de metros de distancia de donde se hicieron las ejecuciones y sin ángulo de visión de ese lugar", remarcó.
"Experiencia límite" inspiró el "nunca más"
Consultado sobre cuándo se enteró de que había prisioneros ejecutados, dijo que se lo comunicó el propio Lapostol en un estado "desencajado, afectado, emocionado, pero en control de sus decisiones".
"Fue algo totalmente inesperado. Sentí impotencia, un dolor muy fuerte (...) Es un momento trágico de mi vida. ¿Qué le puedo decir? Muchas decisiones de las que hoy me critican a mí, yo las tomé por el recuerdo de ese momento. El 'nunca más', usted sabe la profundidad del efecto de esa frase. A mí ese momento me quedó marcado a fuego, y cuando llegué a los niveles que llegué, tomé el compromiso de usar mi espacio de mando", explicó.
"El segundo hecho que me consternó (fue el lanzamiento de personas al mar. Por eso asumí la responsabilidad institucional del Ejército. Ahí dije: 'El Ejército de Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le cabían en los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado'. Eso lo pude decir en ese momento, como comandante en jefe", señaló.
"El basamento de mi actuar, en gran medida, se encuentran en esa experiencia límite de cuatro horas en el Regimiento Arica de La Serena. Porque esa es una experiencia límite. Cuando tuve la capacidad de actuar, actué", declaró.
"¿Pude hacer más? Sin duda"
"Muchas veces he reflexionado en lo que usted me pregunta, si acaso mi mayor responsabilidad fue quedarme en el Ejército, pero ¿se me puede acusar hoy de querer ser militar? ¿De haber tenido a los 14 años una vocación que se consolidó fundamentalmente por la imagen y el actuar de mi padre en la carrera militar de la cual yo me sentía orgulloso? ¿Debí haberme ido? ¿Pude hacer más? Sin duda. En la vida he cometido errores profesionales y humanos y lo que le puedo decir es que cuando tuve la posibilidad de obrar, lo hice con plena convicción. Cuando asumí el mando del Ejército, en marzo del 2002, yo reuní al alto mando y les entregué lo que se llama el concepto de mando, mi carta de navegación, pero les dije que no quería que fuera mi proyecto, sino que fuera nuestro proyecto, para que eso se plasmara en un actuar colectivo", a fin de que "el Ejército fuera percibido como de todos los chilenos", "que nos desvinculáramos de todo lo político y, en lo fundamental, la base, era que enfrentáramos el tema de los derechos humanos y asumiéramos las responsabilidades que no se habían asumido".
"El rol que me correspondía asumir no sólo a mí, a todo el alto mando, era el de devolverle el Ejército a Chile, intentar una normalización de las relaciones civiles y militares. Esto me ha traído consecuencias (...) Hoy estoy siendo acusado por hechos que nunca cometí", pero "sigo confiando en la justicia", sentenció.
"Me agreden aquéllos a los que busqué proteger"
Juan Emilio Cheyre figura también esta mañana en las páginas de El Mercurio, en cuyo cuerpo de reportajes publicó una declaración que titula "Mi paradoja: Soy procesado por derechos humanos, los que siempre he defendido", y donde reitera algunos de los conceptos expuestos en la entrevista con La Tercera.
"La experiencia traumática de esas horas y la carencia de espacios para desarrollar actos de denuncia, me han acompañado de por vida. Toda la ciudad de La Serena conoció de lo sucedido y en algún nivel pudo haber acciones para denunciar esos hechos. ¿Todos somos cómplices de no haberlo hecho?", escribió.
"Hoy, en una situación muy difícil de mi vida, asumiré mis actos del ayer con la misma convicción que me ha llevado a entregar todo cuanto sé y conozco de aquella época trágica. Mi situación actual en nada hace cambiar mi compromiso con los derechos humanos y la transición a la democracia, aunque muchas agresiones carentes de fundamentos provengan de aquellos a quienes busqué proteger. Demostraré mi inocencia. Yo no he participado en violaciones a los derechos humanos", escribió el general en retiro.