Como un negocio fraudulento, fundado en el ánimo de lucro y que "funcionaba como una empresa familiar", con "niveles de informalidad escandalosos" que dieron pie a "una de las páginas más vergonzosas de la historia de la educación chilena", definió a la Universidad del Mar el programa "Esto no tiene nombre", de Televisión Nacional.
En el inicio de su nueva temporada, el programa conducido por Paulina de Allende Salazar presentó, la noche del martes, documentos que prueban una serie de conductas irregulares y "anti éticas" en el actuar de los cuatro dueños controladores del plantel: Héctor Zúñiga, Mauricio Villaseñor, Sergio Vera y Raúl Baeza.
Éstos "se repartieron el país en tajadas" para instalar las distintas sedes regionales y cada uno creó al menos cinco sociedades inmobiliarias relacionadas para retirar utilidades mediante el ya conocido método del arriendo de edificios a la propia casa de estudios, aunque por montos que hasta triplicaban el precio de mercado, se acusó.
El capítulo se inició mostrando la mansión del ex rector Zúñiga, ubicada en el sector alto de Reñaca y avaluada en más de 600 millones de pesos. Contrastó este bienestar con la "impotencia" de los alumnos estafados por el plantel, varios de los cuales ofrecieron su testimonio en medio de sus "inútiles esfuerzos por ser escuchados".
Irregularidades sin número
Los argumentos del programa se basaron en la revisión de cientos de documentos que fueron encontrados en la sede central de la Universidad del Mar, en Reñaca, en medio de la toma que iniciaron sus estudiantes a fines del año pasado ante el anuncio de su inminente cierre, hoy ya zanjado por el Consejo Nacional de Educación.
Entre las irregularidades detectadas se mencionó, por ejemplo, cómo en la sede Iquique se subió de un mes a otro de 22 a 37 millones de pesos el precio del arriendo del inmueble, alza que fue en directo beneficio del controlador Sergio Vera, quien hacía uso también, para fines privados, de un lujoso departamento adquirido por la casa de estudios con un fundamento muy poco claro.
Entre los documentos se encontraron también órdenes de pago por cinco millones de pesos -como "adelanto por asesorías en temas de gestión"- que cancelaba la Universidad a sus mismos dueños: Raúl Baeza y Héctor Zúñiga.
Se halló entre los papeles la factura de una cuenta de telefonía a nombre de la "familia Zúñiga" por cerca de 300 mil pesos, cuyo costo asumió el plantel, aunque uno de los números celulares lo utilizaba, también de forma privada, la hija del rector.
El reportaje dio cuenta también de un viaje de Héctor Zúñiga a Estados Unidos organizado a través de una agencia controlada por él mismo. El costo del pasaje aéreo se indicaba en nueve millones y medio de pesos, pese a que la tarifa más cara en esa época costaba sólo la mitad.
De modo generalizado, en el caso de los cuatro dueños, se hallaron pruebas de que la Universidad pagaba sueldos millonarios -y también por sobre el valor de mercado- a sus familiares directos: esposas e hijos, sin estar claramente definidas sus funciones.
"Asumo que si hubiera hecho las cosas de otra manera tal vez los alumnos no estarían en la situación que están. Me siento solidario con ellos", dijo Zúñiga al programa "Esto no tiene nombre". (Foto: UPI / Archivo)
La "solidaridad" de Zúñiga
"Esto no tiene nombre" logró conversar con dos de los dueños de la Universidad del Mar, quienes hicieron sus descargos en pantalla. Los otros dos se escabulleron pese a la insistencia del equipo investigador.
El vocero más enfático fue el ya mencionado Héctor Zúñiga, que abiertamente defendió el "modelo" implementando por el plantel en lo referente a su vinculación con las empresas inmobiliarias relacionadas.
Aseguró, en lo personal, haber "renunciado a cualquier mayor beneficio" producto de las alzas injustificadas en los arriendos y afirmó derechamente que fue el vínculo con las inmobiliarias lo que permitió la "expansión" de la Universidad para tener sedes en todo Chile; algo que se buscó deliberadamente, puesto que "había que dar posibilidades a los alumnos de regiones y de menores ingresos" para que pudieran estudiar.
"Decidimos llevar nuestro modelo educacional a estos alumnos y buscamos socios que estuvieran dispuestos a poner inmobiliarias. Nuestro proyecto era educativo, tener instalaciones dignas para los alumnos", aseveró, garantizado que durante todo este proceso se cumplió la prohibición legal de lucrar.
En este sentido, apuntó a las autoridades de Gobierno como las responsables de la orden de cierre que hoy pesa sobre la casa de estudios: "Se ha generado una solución política que perfectamente pudo haber sido diferente para asumir un problema general de toda la educación superior y este fantasma del lucro", dijo.
"El Estado asfixió a la Universidad"; ésta "se pudo haber salvado", señaló luego, convencido "absolutamente" de no ser él responsable del escenario crítico que hoy enfrentan los miles de alumnos.
A lo más, "asumo que si hubiera hecho las cosas de otra manera, tal vez ellos no estarían en la situación que están", indicó.
Aseguró el ex rector sentirse "muy solidario con ellos (los estudiantes)" y manifestó a quienes hoy están en la incertidumbre, como consejo, que "no hay que afanarse tanto, porque siempre hay solución".
Contó, finalmente, que durante el tiempo que estuvo preso, imputado por delitos como soborno y cohecho, comenzó a leer la Biblia. A partir de dichas lecturas sacó una conclusión: "Dios me pedía que me saliera un poco del mundo mundano y viviera en el mundo espiritual (sic)".
Villaseñor no se arrepiente
El programa contó también con el testimonio de otro de los controladores dueños, Mauricio Villaseñor, quien, deslindando de igual manera responsabilidades y dejando entrever pugnas con sus socios, aseguró no tener nada de qué arrepentirse, aunque sí reconoció como "un error y una falta" la práctica de los arriendos inflados.
"A mí me parece injusto lo que está viviendo toda la Universidad del Mar. En mi opinión las responsabilidades corresponden en término de gestión a la junta directiva, a la gestión del rector y las autoridades superiores", dijo.
"Yo soy un hombre mayor, tengo 50 años de trabajo, he tenido cargos muy importantes en este país y no tengo de qué arrepentirme", agregó el empresario, que culpó a la prensa por haber "desprestigiado" y "ensuciado" a la Universidad, empujando hacia el actual escenario.
Gobierno aboga por la Superintendencia
En el programa hubo también declaraciones del ministro de Educación, Harald Beyer, quien dijo estar "convencido de que si hubiéramos tenido Superintendencia, el problema de la Universidad del Mar no se habría producido".
Hizo eco de estas declaraciones, a través de Twitter y en paralelo a la emisión televisiva, el subsecretario de Educación, Fernando Rojas.
El programa de TVN, a través del hashtag #estonotienenombre se convirtió en trending topic entre los usuarios de Twitter.