El cardenal Francisco Javier Errázuriz se defendió ante las críticas por su rol en el caso Karadima, negando un presunto encubrimiento, aunque reconoció que la "popularidad" del religioso influyó en sus decisiones.
En una carta publicada por Associated Press y enviada el 10 de mayo a integrantes del clero, Errázuriz insistió en que se atuvo a la ley canónica al esperar cinco años antes de iniciar el proceso contra Karadima en 2009, tras recibir una tercera denuncia en su contra.
"Se acusaba a un sacerdote de gran convocatoria pastoral, cuya predicación había enriquecido a más de 30 jóvenes que habían sido ordenados sacerdotes, y a cuatro sacerdotes que habían sido consagrados obispos (...) además se acusaba a un sacerdote que inspiraba una asociación formada por jóvenes y presbíteros que propagaban su fama", sostuvo.
"Es claro que no hubo de mi parte ni delito, ni crimen, ni encubrimiento alguno", precisó el prelado, explicando que intentó aclarar los hechos porque "durante las últimas semanas se me ha difamado públicamente y en repetidas oportunidades, tildándome de encubridor, delincuente, criminal y persona despreciable".
"La distancia ocasionó en las víctimas un dolor inmerecido que no tuve la intención de causar", manifestó.
Errázuriz sentenció que lamenta "profundamente que esa herida aún no haya sanado".