A una semana de la visita del papa Francisco a Chile, el pontífice argentino, jesuita, de gestos inesperados y salidas de protocolo, cuenta con un profundo lazo con el país.
En los años 50 hizo sus estudios secundarios y se graduó como técnico químico y luego de trabajar en un laboratorio, con 20 años ingresó al noviciado, a la Compañía de Jesús, lo que lo trajo a Chile a fines de los años '50 para cursar estudios de humanidades mientras se preparaba para convertirse en sacerdote jesuita.
Por casi tres años vivió en la casona de la Compañía de Jesús, ubicada en la comuna rural de Padre Hurtado, en la que cursó estudios en Ciencias Clásicas, instruyéndose en historia, literatura, latín y griego, teniendo como mentor al sacerdote Carlos Aldunate.
Quien recuerda esos años es el sacerdote Jorge Delpiano, quien luego viajó en 1965 a reunirse con él en Santa Fe, Argentina, por asuntos propios de sus responsabilidades. Luego comenzaron a intercambiar cartas y en 1992, en un encuentro en el Aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, consolidaron su amistad.
"Salí del avión y allí estaba él que me esperaba. Conversamos muy personalmente y allí yo marco el inicio de la amistad con Jorge Bergoglio, porque de ahí hubo un entendimiento muy hondo en la vida, como jesuita, en la iglesia. Ciertamente fue allí donde hubo un contacto personal", dijo el religioso, quien será parte de la comitiva de Francisco por expresa petición del propio pontífice.
Destaca también esa cercanía el sacerdote jesuita Fernando Montes, a quien le tocó compartir con Bergoglio por las responsabilidades comunes en la Compañía de Jesús, incluso más de una vez comieron un asado en su casa en Buenos Aires.
"Por lo pronto es latinoamericano, eso lo hace más cercano, menos formal, trayendo una aire nuevo, diferente, a la manera más solemne europea. Este hombre fue formado en esa cercanía y necesidad de escuchar al pueblo, a los más sencillos en Argentina y de alguna manera eso lo tiene en el alma y lo manifiesta en su apostolado, el guardó de su niñez y de su formación", manifestó Montes.
Francisco también tiene anécdotas recientes, como la de la familia Rencoret Mujica, que recibió el llamado telefónico del mismísimo papa para hablar con el sacerdote Francisco Rencoret, que se encontraba enfermo de cáncer.
Una sorpresa similar a la que se llevó Rodrigo Elguera, quien tuvo al "padre Jorge" -como le gustaba que lo llamaran- como su "director espiritual" mientras estaba en el seminario. Ya fuera de ese camino, casado y con hijos, Elguera logró hacerle llegar una carta, la cual luego tuvo respuesta.
"Yo me di cuenta en muchos detalles de la carta que a cada persona que acompaña, él no la acompaña porque sí, sino que todo es intencionado, él recuerda muchos detalles de las conversaciones que teníamos, del lugar donde yo vivía, él se alegra por la vida que uno va a haciendo a pesar de no ser sacerdote, no haber seguido el camino, él está contento que uno tome decisiones, de que yo me haya casado, y esos son gestos que uno agradece de una persona tan relevante a nivel mundial", manifestó Elguera.
Así es el papa Francisco, que estará en nuestro país la próxima semana, para encontrarse con los jóvenes, los migrantes, quienes están en la cárcel, en un Chile distinto al que conoció Juan Pablo II, con laicos movilizados para que se escuche su voz frente a casos de abusos.