Gilberte Van Erpe, la ciudadana francesa sindicada como responsable de estafar a más de 5.000 chilenos entre los años 2004 y 2006 en el caso de los llamados "quesitos mágicos", fue condenada este martes a seis años de cárcel en Francia.
Van Erpe, en la actualidad de 74 años, enfrentó en el país galo un juicio desde el pasado 8 de junio, proceso del cual hoy el Tribunal Correccional de París informó la sentencia, de conformidad con la petición de la Fiscalía.
La Corte determinó que al menos la mitad de la pena -tres años- sea de cumplimiento obligado en prisión. Además, la condenó a pagar una multa de 250.000 euros, equivalentes a 177 millones de pesos chilenos.
Su principal cómplice, Victor Partouche, fue condenado en ausencia a cuatro años de prisión y 200.000 euros (142 millones chilenos) de multa.
Otro de los cómplices, Michèle Vermeulen, de 66 años, fue condenado a 50.000 euros de multa (35 millones de pesos) y dos años de cárcel (con 18 meses de cumplimiento efectivo.
En tanto, fue absuelto el antiguo abogado de Van Erpe, Eric Pantou.
En Chile el abogado Raúl Meza, quien representó a un grupo importante de afectados, destacó que "esta estafa es una de las más importantes de la historia judicial chilena en cuanto a número de estafados y por tanto la satisfacción que se le produce a uno es que no quedaron en la impunidad ni los autores materiales e intelectuales de estos delitos en Chile ni tampoco una ciudadana francesa quedó impune frente a una defraudación de más de 5.000 chilenos".
Cómo operaba el fraude
"Madame Gil" -como era apodada- engañó a miles de personas en Bélgica, Chile, Perú y México, prometiéndoles grandes beneficios económicos a cambio de convertirse en productores de los mentados "quesitos", que supuestamente serían destinados para la industria cosmética francesa.
Van Erpe ideó un negocio que publicitaba como "redondo": ofrecía a mujeres comprar un kit de sacos de fermento y varios filtros por 369 euros (unos 260 mil pesos; 10 veces mayor que el valor real). Con éste debían fermentar un producto lácteo en su casa, fruto de lo cual surgía un cosmético que su misma empresa -Fermex- se comprometía a adquirir para venderlo en el Congo a la industria cosmética francesa con una ganancia del 100 por ciento.
Los milagrosos quesos se venderían después -supuestamente- al doble de precio pagado para hacer cremas y champú, según prometía la artífice de lo que se conoce como un sistema "Ponzi" de fraude.
La investigación en Chile permitió identificar a alrededor 5.500 víctimas, algunas de las cuales llegaron a hipotecar sus casas. El sistema le granjeó más de 14,5 millones de euros de ganancias a los estafadores (unos 10.300 millones de pesos chilenos).
Para atraer a más clientes, "Madame Gil" entregó importantes beneficios a los 700 primeros inversores que mordieron el anzuelo, en un fraude en el que las víctimas invirtieron entre 400 y 168.000 euros (284 mil a 119 millones de pesos) por persona.
El origen de la estafa
Nacida en Jordania, Van Erpe se crió en África, en particular en la República Centroafricana. Fue en ese continente donde conoció este tipo de estafa piramidal, que durante años practicó en Sudáfrica.
El método funcionó en un primer momento, antes de que se desmontara el fraude y las autoridades chilenas incautaran toneladas del producto, maloliente, en un almacén de las afueras de Santiago.
Van Erpe acusó a su socio, el chileno Víctor Mella, de no haber respetado sus compromisos de compra del producto, pero para entonces la Justicia de ese país ya había comprobado la estafa: el producto vendido a las mujeres valía diez veces menos de lo que cobraban por él y el "queso" resultante no tenía ningún efecto cosmético.
Los afectados iniciaron una carrera procesal contra "Madame Gil" hasta que lograron que la Justicia francesa abriera un proceso. Llegaron más lejos que los peruanos, que se quedaron sólo con las condenas de sus socios en el país, al igual que los mexicanos.
La fraudulenta carrera de la francesa había comenzado muchos años antes, en la Bélgica de los 80, cuando hizo que 3.400 ciudadanos produjeran un falso yogurt con fines cosméticos.
Vida novelesca
"Madame Gil" escapó a la Justicia belga refugiándose en la ciudad mexicana de Puerto Vallarta, donde bajo la falsa identidad de una adinerada suiza se paseaba en su Jaguar y organizaba fastuosas veladas, hasta que la policía descubrió en 1990 que manejaba seis pasaportes con identidades diferentes.
De vuelta a Bélgica, fue condenada a cinco años de cárcel hasta reinventarse formando pequeñas empresas que se fueron a la bancarrota, por lo que tuvo que abandonar el país.
Tomó destino a Perú, donde volvió a montar una estafa piramidal basada en hongos fermentados junto con el periodista y poeta local Homero Alcalde, el único condenado en el país cuando en 2004 la Justicia reveló el fraude.
Van Erpe escapó entonces a Chile, donde los "hongos" mágicos se convirtieron a finales de 2004 en "quesitos mágicos" para alimentar su negocio vacío.
"Algunos llegaron a hipotecar sus viviendas para invertir en el negocio. La confianza era total", narró a la agencia EFE el abogado Jacques Boedels, que representa a 741 víctimas chilenas.
Un fraude que funcionó hasta 2006, cuando la francesa logró escapar de las garras de la Justicia chilena. Pero una orden internacional de captura llegó hasta la policía francesa, que localizó su Jaguar abandonado en un almacén de las afueras de París y siguió su pista hasta la Costa Azul, donde fue arrestada en Niza en 2008.