Este martes se inicia la discusión del proyecto de reforma tributaria del Gobierno en la sala de la Cámara de Diputados, el que ya fue aprobado por la comisión de Hacienda de dicha corporación y cuya votación está programado para la próxima semana para su despacho al Senado.
El ministro de Hacienda, Alberto Arenas, planteó que "estamos concentrados en la votación de la Cámara de Diputados la próxima semana. La estrategia que llevará el Gobierno en el Senado será exactamente en el mismo marco que lo que hemos realizado en la Cámara de Diputados: precisar lo que haya que precisar, perfeccionar lo que haya que perfeccionar y cambios compensados que aseguren una mejor distribución del ingreso en Chile".
Poco antes de que se inicie dicho proceso los parlamentarios de Nueva Mayoría descartaron la propuesta del senador Jorge Pizarro de que en lugar de subir al 25 por ciento el impuesto a las empresas se aumente al 26 por ciento para "simplificar el debate".
El diputado Pepe Auth (PPD) afirmó que dicho planteamiento "fue obviamente objeto de comentarios, pero nosotros no tenemos interés en introducirle modificaciones a lo que hemos llamado el corazón de la reforma que es el nuevo sistema de impuesto a la renta que estamos planteando".
Y el senador Ignacio Walker (DC) argumentó que "no hay dos voces en la Democracia Cristiana y en la Nueva Mayoría que yo sepa respecto de las bases fundamentales de este proyecto. Este tema todavía está en la Cámara de Diputados. Respetemos los tiempos de los diputados que han hecho un gran trabajo. Una vez que llegue el proyecto al Senado seguramente van a haber sugerencias para perfeccionar o mejorar el proyecto de reforma tributaria como es propio del debate parlamentario".
Complejidad del impuesto a alcohol
Entre las disposiciones del proyecto de ley se estipula que las bebidas alcohólicas deberán pagar un impuesto según su graduación: 18 por ciento de base y 0,5 por ciento por cada grado alcohólico, lo que según Dirk Leisewitz, presidente de la Asociación de Productores de Cerveza, dificultará enormemente las ventas.
"Con el set por grado de alcohol van a haber tantos impuestos distintos, que deben controlarse separadamente, que hace imposible: una factura del tamaño de una hoja de papel para cada producto. Eso creo que no es bueno. Además los distribuidores van a tener que traspasar eso a sus minoristas a su vez y en la cadena eso tiene que ser controlado. Se transforma en un tema administrativo muy complejo. No imposible pero muy complejo", explicó.