"Amarillos por Chile". Así se denomina un nuevo grupo transversal que reúne a 78 personalidades del mundo académico, social y político para advertir los riesgos de la "euforia refundacional" que dicen ver en la Convención Constitucional, que esta semana comenzó las votaciones en el Pleno y a dejar plasmados los primeros artículos en la propuesta de nueva Carta Fundamental.
En su manifiesto (lee el documento aquí), parten explicando el porqué de su nombre: "La denominación 'amarillo' surgió hace mucho tiempo en nuestro país como una denostación hacia quienes estaban por los cambios, pero de manera gradual y responsable, y preferían el camino de las reformas al de la revolución, el del diálogo con quienes piensan distinto a la idea de convertir al adversario político en enemigo a destruir".
Y en medio de ese afán que advierten en la Constituyente, "es usual que la voz de los amarillos intente ser acallada, y parezca mucho más atractiva la radicalidad y el maximalismo que la prudencia y el realismo", alertan.
Plantean, asimismo, que "la historia -sobre todo en Latinoamérica- ha demostrado que ir detrás de lo imposible y refundarlo todo, en vez de solucionar las desigualdades y los abusos, solo ha traído más sufrimiento y más pobreza para las grandes mayorías", a la vez que "las grandes tragedias en nuestro continente y en el mundo entero han ocurrido cuando los amarillos hemos sido acallados o no hemos levantado con convicción suficiente nuestra voz (como ante la legitimación de la violencia política, por ejemplo)".
Y es por eso que ponen sobre la mesa el hecho de que "hoy enfrentamos el peligro de lo que alguien ha llamado 'estallido institucional', cuando se vislumbra la posibilidad de que la Convención Constitucional, en vez de ofrecerle al país una Constitución que nos incluya a todos y ayude a construir un pacto social, nos lleve a un callejón sin salida".
Cuestionan que "muchas de las propuestas que han emanado de las comisiones y algunas de las que ya están alcanzando los 2/3 en el Pleno están encendiendo la señal de alerta entre quienes no queremos la deconstrucción de Chile, ni su desmembramiento, ni su refundación desde cero, sino un nuevo comienzo que recoja lo mejor que hemos construido todos juntos en estas décadas y mejore de manera eficaz e inteligente lo que haya que mejorar".
NECESIDAD DE "CIVISMO Y RESPETO POR EL OTRO"
El colectivo advierte que "el intento de algunas facciones radicalizadas de la Convención de ignorar, e incluso borrar, a un sector político significativo del país (la centroderecha), tal como intentaran hacerlo en la Constitución del 80 los maximalistas de entonces (de signo inverso a los de hoy), es un error político garrafal".
"¿Se puede hacer una Constitución viable sin incluir ni escuchar a ese sector, como si no existiera? Proponer un texto constitucional excluyente y que no naciera del genuino diálogo y la escucha también de la minoría sería una victoria pírrica que no le aseguraría una larga vida a dicha Constitución y solo ayudaría a polarizar aún más al país. Sería repetir el mismo error que cometió ayer una parte de la derecha", plantea.
Ante ello, remarcando que "el diálogo y la conversación son una de las pasiones fundamentales de los 'amarillos'", el texto releva que "el espíritu que debe primar en la Convención debe ser el del diálogo, la conversación, el escuchar de verdad al que piensa distinto (...) Eso necesita Chile más que nunca: hospitalidad, civismo, respeto por el 'otro como legítimamente otro' (como decía Humberto Maturana)".
Asimismo, enfatizando que "los 'amarillos' nos manifestamos en la elección presidencial reciente y con nuestro voto obligamos a los extremos a moderarse", afirman que "este país es -en el fondo- más amarillo de lo que parece".
Chile, según el grupo, "quiere reformas, no revolución, no una Constitución inarmónica o sesgada, sino una nueva Constitución equilibrada, que recoja lo mejor de nuestra propia tradición institucional (y no la copia de experimentos fallidos de otros países de América Latina), que logre conciliar orden con libertad, cambio con estabilidad, como lo soñara y pensara uno de nuestros padres intelectuales de la patria, Andrés Bello; una Constitución que enfrente los temas de futuro (...) pero que esté enraizada en nuestra propia historia".
En ese sentido, los firmantes de estas declaración afirman que apoyarán "el trabajo de la Convención si esta avanza en la dirección democrática señalada, pero ejerceremos el legítimo y necesario derecho a la crítica si la Convención se extravía y nos lleva a un callejón sin salida", ya que "no hacerlo sería una irresponsabilidad".
"Estamos preocupados, encendemos las alarmas y encenderlas no significa ser catastrofistas. Una catástrofe sería llegar a un texto impresentable al final de la discusión o no tener ningún texto que presenta", expresan, exhortando a formular una Constitución con una "visión generosa, de largo plazo, bien pensada, que convoque y no una que excluya o niegue al que piense distinto, aunque este sea minoría: esa es la esencia de un espíritu genuinamente democrático; hay que ser democráticos hasta que duela".
Entre los integrantes de los "Amarillos por Chile" destacan los ex ministros de Hacienda Andrés Velasco y Rodrigo Valdés, el ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central José de Gregorio, así como Jorge Burgos, Ignacio Walker -ex canciller- y Mariana Aylwin; y la senadora Carolina Goic (DC) y los ex parlamentarios Soledad Alvear -también ex canciller-, Fulvio Rossi, Eugenio Tuma y Hernán Vodanovic; y desde el mundo académico, el rector de la Universidad Católica de Valparaíso, Claudio Elórtegui.