Colectividad liderada por Marco Enríquez-Ominami no consiguió porcentaje de votos para continuar como partido.
La cercanía de ME-O con Alejandro Navarro puede facilitar la fusión de los partidos que ambos lideran.
El Partido Progresista, que ha sido la plataforma detrás de las candidaturas presidenciales de Marco Enríquez-Ominami, sufrió un duro revés en la elección del 19 de noviembre: además de que su líder solo alcanzó poco más del 5 por ciento de los votos, en los comicios parlamentarios no logró la cantidad de votos mínima para mantenerse como colectividad política, por lo que de acuerdo con la ley debe disolverse.
Ante este escenario, el PRO busca una salida para mantenerse en la actividad política y una de esas opciones es fusionarse con otros partidos que están en la misma situación como el PAÍS, que levantó la candidatura presidencial de Alejandro Navarro, el Movimiento Amplio Social (MAS) y la Izquierda Ciudadana (IC), estos últimos parte del comando de Alejandro Guillier.
La normativa faculta al Servicio Electoral a ordenar la desaparición de los partidos que no alcancen un 3 por ciento de la votación en tres regiones contiguas o en ocho en total o bien que no alcancen a elegir a tres parlamentarios de sus filas. El PRO solo obtuvo más de lo exigido en cinco regiones no anexas y consiguió apenas un cupo en el Congreso: la diputada electa Marisela Santibáñez.
Los otros tres partidos mencionados, PAÍS, MAS e IC, solo suman un parlamentario en ejercicio, el ya mencionado senador Navarro, y sus cifras están muy lejos del mínimo de votos requerido.
Ante esta situación el presidente del PRO, Camilo Lagos, reconoció a La Tercera la opción de una fusión que permita "construir una nueva casa común del progresismo". Por ello se ha reunido con el ex ministro Víctor Osorio (IC) y con el presidente del PAÍS, Johnathan Díaz: los primeros acercamientos para definir la unión.
