Pablo Ortúzar, investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), hizo este viernes en Cooperativa un enfático llamado a enfrentar a los extremos políticos que, en la derecha y en la izquierda, están haciendo sonar "tambores de guerra".
"El discurso del adversario como amenaza existencial va ganando terreno todos los días, y los que dejamos que gane terreno somos los que, mediocremente, no le hacemos frente, no aislamos a los extremistas y no nos atrevemos a decirles a la cara que no vamos a ceder a sus manipulaciones y a sus trucos, a sus tambores de guerra para, a través del miedo y la extorsión, ir llevando al país al despeñadero de nuevo", dijo Ortúzar esta mañana en El Primer Café.
"Me gustaría que en algún punto dejáramos de pensar la historia en términos baraditianos, esa vulgaridad de separar entre buenos y malos y, extrañamente, todos los buenos son del mismo lote mío y piensan como yo... Eso es una forma de estupidización de la opinión pública. Tenemos que hacernos cargo de nuestra historia con todas las heridas y los dolores que trae", reflexionó el antropólogo.
El intelectual de derecha, miembro actual del equipo programático de Sebastián Sichel -aunque admitió que, personalmente, no lo conoce mucho- apuntó que "cuando la política entra a situaciones extremas y brutales, (se instala) lo que los gringos hablan de 'la niebla de la guerra'; hay una ceguera moral que se engendra en las personas y que termina justificando cosas terribles".
"Nosotros necesitamos evitar que Chile se vaya por el despeñadero de nuevo, y la situación de esa ceguera moral está cada vez más cerca", opinó.
Con el proceso constituyente en marcha "tenemos la oportunidad, como país, de tratar de que el péndulo deje de moverse hacia los extremos. Hay distintos bandos extremos, en la derecha y en la izquierda, que ya están sonando tambores de guerra, y los que van a terminar peleando y cayendo en esa guerra -si es que (los sectores radicales) logran ese cometido-, van a ser personas inocentes o que en algún momento fueron inocentes", advirtió.
En esa línea, puso el ejemplo del propio Ricardo Palma Salamanca, que, "siendo muy joven", se convirtió en uno de los asesinos de Jaime Guzmán y "terminó fregándose la vida para siempre".
Pasados los años, "cuando habla (hoy), es como si quisiera deshacerse de la vida que tuvo", recordó Ortúzar.