Presidio perpetuo calificado deberá cumplir Héctor Herrera Castro, a quien el Tribunal Oral de Antofagasta declaró culpable de los delitos de violación, secuestro, producción de imágenes de explotación sexual infantil y abuso sexual contra una adolescente en enero de este año en la capital regional.
A la pena se suman las accesorias correspondientes de inhabilitación absoluta perpetua para cargos, oficios públicos y derechos políticos por el tiempo de vida del condenado, la sujeción a vigilancia por el máximo de tiempo establecido en el Código Penal y la inhabilitación absoluta temporal, por un plazo de 10 años, para cargos, empleos, oficios o profesiones ejercidos en ámbitos educacionales o que involucren una relación directa y habitual con menores de edad.
El vocero de la Fiscalía Regional, José Troncoso, indicó "la Fiscalía solicitó al Tribunal Oral de Antofagasta la máxima pena de nuestro código y el Tribunal impuso una pena única de presidio perpetuo calificado, la privación de libertad del condenado de por vida".
Los Hechos
La primera sala del Tribunal dio por acreditado que la madrugada del 30 de enero del año en curso, las víctimas -una pareja de pololos de entonces 18 y 14 años- se encontraban en la plaza frente al Liceo Industrial, cuando se les acercó Herrera, quien mediante intimidación los retiene y con una navaja arrebatada a una de las víctimas los obligó a quitarse los cordones de las zapatillas, con los que amarró sus manos.
Una vez atados les indicó que los secuestraría porque necesitaba siete millones de pesos para salir del país. Después los obligó a acercarse al sector de los baños de la plaza donde están guardados los materiales de aseo, donde violó por primera vez a la menor, a quien utilizó para efectuar actos de relevancia sexual contra el joven.
Tras algunas horas, los llevó caminando por calle Cobija con rumbo hacia el borde costero, trayecto en el que se detuvo en reiteradas ocasiones para atacar sexualmente a su víctima. En la playa cometió diversos actos de connotación sexual contra los jovenes, a quienes grabó con el celular de uno de ellos.
Tras varios ataques sexuales la joven logró arrebatarle la navaja, liberar a su pololo y entregarle el arma con la que amedrentó a su agresor, quien huyó del lugar. Las víctimas fueron asistidas por un tercero.