El alcalde de Arica, Gerardo Espíndola (Partido Liberal), anunció que solicitará al Gobierno una compensación económica por los efectos que la crisis migratoria ha tenido en la ciudad.
Entrevistado por La Segunda, el jefe comunal dijo valorar los pasos que ha dado el Ejecutivo frente al problema y destacó que, con la destinación de personal militar para contener los ingresos irregulares, "es primera vez que un Gobierno hace una acción categórica para proteger las fronteras".
Sin embargo, "donde no hemos tenido avances es en el (...) apoyo económico real", afirmó.
"Después de cómo he enfrentado esta última crisis inmigratoria, le quiero exigir al Presidente compensación. Voy a ir a La Moneda a pedir al Gobierno compensación para Arica", enfatizó, asegurando que "hay un compromiso de apoyo" que está pendiente.
RASCARSE CON LAS PROPIAS UÑAS
Espíndola explicó que el municipio tiene que hacerse cargo, con fondos propios, de la atención de salud de "toda la población migrante que llega a un Cesfam", que "la mayoría no son venezolanos; son bolivianos y peruanos".
"En un año hemos gastado más de 1.100 millones de pesos que el Estado de Chile no nos paga por atender a esa población, porque no tienen documentos, y es importante atenderlos, porque (...) entendemos que somos una barrera sanitaria para el resto del país", ejemplificó.
Otra expresión del fenómeno: "El 48 por ciento de los partos el año pasado son de madres extranjeras... bolivianas, peruanas y más abajo las venezolanas".
Una más: "Todos los días estamos sacando gente (de asentamientos improvisados). Tenemos un equipo llamado 'gestión migratoria' cuyo propósito es cuidar los espacios públicos y evitar que (los indocumentados) se instalen en parques", porque "eso genera sensación de inseguridad y queremos evitar el odio y la xenofobia", dijo Espíndola.
"SI NOS QUEREMOS PONER REBELDES, SE GENERA UN CONFLICTO"
"Somos ciudad limítrofe, y en un país donde no hay vocación de proteger la frontera, a ciudades como las nuestras les pasa la cuenta", continuó el jefe comunal.
"Arica era una de las ciudades más tranquilas de Chile y de pronto aparecieron crímenes brutales; un automóvil calcinado con dos cuerpos adentro, ambos con heridas de bala. Después, en el sector de la playa, una persona fue ejecutada con un disparo en la cara, le mutilaron los ojos y los genitales", recordó.
La capital regional es "una ciudad donde sentimos que gritamos solos: en Arica votamos el 1 por ciento de la población del país, por lo que no vamos a definir una elección presidencial. Tampoco tenemos las grandes mineras del cobre como Tarapacá y Antofagasta. Pero se olvidan de que acá se cumplen la mayoría de los tratados que Chile firmó con Perú y Bolivia, y si nos queremos poner rebeldes, cortamos los caminos al puerto y se genera un conflicto", advirtió.
"Arica no tiene, afortunadamente, esa vocación (ese modo de generar presión)", dijo Espíndola a La Segunda.
