Fue una conversación que duró 23 minutos, interrumpida en nueve veces. Sentados en un típico café de Concepción, el diputado José Miguel Ortiz (DC), a sus 79 años, conversaba con Cooperativa Regiones mientras era saludado por diversas personas que pasaban por el lugar.
Pocas veces, tras el contagio de Covid-19 que lo mandó a la UCI, volvió a salir, por lo que varios se acercaban para manifestarle su alegría de verlo nuevamente en la calle.
"Nunca pensé pasar por esto después de haberme cuidado tanto", reflexiona después de recordar que hasta antes del contagio mantenía el récord mundial de asistencia total al hemiciclo y las comisiones con un 100% desde 1990 a la fecha.
Cree tener claro cuando se infectó: "estoy convencido que un día, sin mascarilla habíamos cuatro personas", es lo único que manifestó.
"Un día trabajando tranquilamente en cosas de la cámara sentí como un rayo -emula el sonido y guarda silencio por largos segundos con mirada perdida- fue tan brutal. Estaba en mi casa donde tenía el equipo completo para trabajar...¿Dónde estoy? A ese nivel quedé, una cosa que nunca me imaginé me iba a tocar vivir: me trato de parar y las piernas no me responden, eso es algo terrible", recordó.
Lo peor de la pesadilla
El 29 de marzo, José Miguel Ortiz pidió a su familia inmediatamente que lo llevaran a una residencia sanitaria. Su esposa también estaba contagiada. Ambos ya se habían vacunado contra el Covid-19, pero solo cuatro días antes habían recibido la segunda dosis.
Al llegar a la residencia sanitaria del Hotel Sonesta pidió que le apagaran la luz: "pensaba que durmiendo se iba a pasar", señaló. "Después supe que eran las cinco de la mañana, despierto, pero por un golpe en la cabeza y me doy cuenta que no estaba en la cama, estaba en el suelo, menos mal que la alfombra era gruesa. Traté de subir a la cama y no pude porque las piernas no me respondían. Ahí hice todo el esfuerzo para no olvidarme de las cosas y pedí ayuda".
"Fue terrible porque no era autovalente", recordó. Después de dos días el equipo médico decide internarlo. "Para mi fue brutal, pensé seriamente que hasta aquí llegaba, empecé a pensar -soy creyente, no beato- me llegó el momento. Dije al caballero de arriba, hasta aquí estoy y asumí".
Ortiz inicialmente iba al Hospital Las Higueras pero no pudo ingresar porque no habían camas. "Si hubiese entrado lo más seguro era que me intubaban", dijo. Se abrió un espacio en la UTI de la Clínica Biobío y ahí llegó. "Estamos aquí para salvarte la vida, vamos a tratar de hacer el milagro en la UTI con todos nuestros equipos para que te salves", recuerda que le dijo la enfermera al ingresar.
25 días con oxígeno
Tras el diagnóstico de neumonía por Covid-19 se tomó la decisión de conectarlo a una cánula de alto flujo de oxígeno.
"Me sometieron a escáner, como una hora, me tomaron foto a todos los órganos. Yo estaba cansado -llega una mujer a abrazarlo y a decirle que tenía su voto asegurado para ser senador- viste, eso me pasa poh", esbozó.
Retomó: "Después supe que ese examen era horrible, que no tenía por donde sobrevivir. Me empezaron a hacer un tratamiento. Personalmente creí que yo no salía vivo de ahí, que me iba a morir".
Las tres primeras noches indicó que no pudo dormir bien. Le dieron una pastilla para conciliar el sueño. "Empecé a soñar con mis padres, los veía cuando yo era niño chico. Lo tomé con tranquilidad y dije me llegó el momento, tenía claro que no duraba más de un mes".
Frente a frente con la muerte
-Llega el café cortado que pidió para los dos- La mesera que atendía escuchó la pregunta: ¿Diputado, usted cree que conversó con la muerte? "Buena pregunta me estás haciendo. Es cierto eso. Te lo voy a contestar. Cuando no podía dormir, era como que soñaba que algo había en mi que iba de este mundo terrenal y como que conversaba".
El golpe para Ortiz se traducía en pérdida de memoria, razón por la cual lo derivaron con una psiquiatra. "Me hizo el diagnóstico, depresión completa, y si, estaba deprimido por no sentirme autovalente, no por otra cosa".
Pasados 24 días, recuerda, llega todo el equipo médico que trabajó con él a darle una noticia: "Te acabamos de salvar la vida, no te vas a morir de la neumonitis ni falta de oxígeno".
"A mis 79 años sentí una transformación completa, una segunda oportunidad, como creyente, del caballero de arriba", contó emocionado.
Tras su salida, José Miguel Ortiz se sometió a tratamiento kinésico para volver a caminar. Su recuperación fue milagrosa, tanto así que pudo ir a votar con bastón para las mega elecciones en que su hijo fue reelecto como alcalde, y luego, sin apoyo llegó a la segunda vuelta de gobernadores regionales. "Fui a votar paradito y aquí estoy", cerró.