Felipe Osiadacz, uno de los dos chilenos condenados en Malasia por el homicidio de una persona, habló por primera vez tras su regreso a Chile en abril pasado y relató la "pesadilla" que aseguró vivir.
Sobre el hecho que provocó su detención, la muerte de un "Ladyboy", apuntó que "es común que las personas del comercio sexual intimiden a los extranjeros" en Malasia, por lo que ante la insistencia que tenía esta persona en seguir a su amigo, Fernando Candia, "nos fuimos al ascensor" para subir a la habitación y esperar que así la mujer trans, identificada como Yusaini Bin Ishak, se fuera del hotel.
"Cuando las puertas se estaban cerrando, viene esta persona y bloquea las puertas para que no podamos subir (a la habitación); ahí se pone más agresiva, nos tira un objeto contundente, trata de tirarnos un florero, lo paramos y lo trato de sostener en el piso, y me acuerdo que se movía y se movía; le pido a mi amigo que me ayude a sostenerlo, estamos unos minutos sosteniéndolo hasta que llega la policía", prosiguió, en entrevista con T13.
"Nunca se me pasó por la mente que la persona podría llegar a estar muerta, si nunca quisiste hacer nada malo, y al final se terminó transformando en una tremenda pesadilla. Nunca obré pensando hacerle daño a alguien. Voy a tener que vivir con eso el resto de mi vida", dijo.
Recordó que al ser detenidos, "la policía nos dijo que no nos preocupáramos, que a lo más íbamos a estar cuatro día bajo investigación y que después nos iban a dejar libres, que todo había sido un accidente", pero ya en la cárcel, "los gendarmes en los calabozos nos decían 'ustedes vienen a mi país a matar gente, se van a ir a la horca', y nos hacían gestos de la horca".
"No sé cómo hice para no volverme loco (...) los primeros seis meses fueron aterradores, una experiencia que no se la doy a nadie", reconoció, detallando el hacinamiento y la "insalubridad" que había en los baños y en la alimentación del recinto, que incluso le provocó "muchas veces defecar sangre".
"Le rogaba al universo que llevara durante el sueño, quería dejar de vivir ese sufrimiento que estaba viviendo, tan intenso, tan fuerte, tan terrorífico, tan lamentable", afirmó, al borde de las lágrimas, apuntando que "hasta los 15 meses y 11 días, hasta que nos declaramos culpables de homicidio culposo, la horca estuvo en juego, estuvo ahí".
Consultado sobre su regreso a Chile, en abril, cuatro meses después de haber salido en libertad condicional a la espera del cierre del caso o la decisiones de la Fiscalía, que finalmente apeló a la sentencia de dos años por homicidio culposo, evitó ahondar en cómo lo logró –"no creo que sea correcto explicarlo"-, pero admitió que se acerca a ser una "fuga" desde Malasia.
El proceso en el país asiático sigue abierto y Osiadacz confía en que pronto esta "pesadilla" llegue a su fin. En tanto, asegura haber escrito un libro que espera publicar pronto.