El chileno Nicolás Zepeda, condenado en Francia en primera instancia a 28 años de cárcel por el asesinato de su exnovia, logró este jueves un nuevo retraso de apertura de su juicio en apelación, a fin de permitir que su nuevo abogado prepare la defensa.
Después de que el pasado martes el acusado obtuviera dos días suplementarios tras el abandono de su abogado, el tribunal de Vesoul, en el este de Francia, reportó el inicio del proceso a una fecha posterior que no fijó, ante la estupefacción de los familiares de la víctima, que se trasladaron desde Japón.
Zepeda afronta una pena de cadena perpetua por el asesinato de Narumi Kurosaki, a quien conoció en Japón y con quien mantuvo un noviazgo que pretendía recuperar cuando viajó a Francia a finales de 2016, cuando desapareció la joven, cuyo cuerpo no ha sido encontrado.
El presidente del tribunal atendió la petición del nuevo letrado de la defensa, Renaud Portejoie, que recibió el caso el pasado martes, visitó a su cliente al día siguiente en la prisión y alegó ante el tribunal que necesita más tiempo para preparar un proceso que acumula 10.000 folios.
"Descubrí el caso el miércoles por la mañana (...) No puedo participar en un proceso desigual si no tengo tiempo de prepararlo", alegó ante el tribunal.
El propio Zepeda se dirigió al tribunal, aseguró que su anterior abogado, el prestigioso penalista Antoine Vey, le abandonó en el último momento y negó estar maniobrando para alargar el proceso, cuya nueva fecha esperará entre rejas.
Los letrados de la familia y la Fiscalía se oponían a ese nuevo retraso, consideraron un capricho del acusado el cambio de abogados y estimaron que un aplazamiento aumentaría el sufrimiento de las hermanas de la víctima y de su madre, que rompió en llantos durante la sesión.
Pero el presidente del tribunal consideró que el proceso es "denso" y "precisa un tiempo significativo" para conocerlo, a la vez que señaló que un retraso "no impedirá que se haga justicia".
INCERTIDUMBRE Y DECEPCIÓN
Como el calendario judicial en el tribunal de Vesoul está cargado, el juez no fue capaz de fijar una fecha nueva para el proceso, aunque se especula con que no será antes de septiembre.
Los familiares de Kurosaki abandonaron el lugar visiblemente afectados, mientras que Arthur Del Piccolo, el nuevo novio que la nipona había conocido en Francia antes de desaparición, expresó a los medios su "decepción" y su "tristeza".
Este joven, que también reside en Japón, es señalado por el padre de Zepeda como sospechoso del crimen.
Según argumentó a varios medios Humberto Zepeda, su hijo mantuvo una relación sexual con Kurosaki la noche de su desaparición, lo que provocó sus celos.
En declaraciones a la cadena France 3, Humberto Zepeda aseguró que Del Piccolo entró en la habitación de su novia tras esa relación sexual que, precisó, "fue consentida".
Esos argumentos y otras supuestas incoherencias de la acusación serán exploradas por la defensa, según indicó el padre del acusado.
PROCESO PREVIO
Zepeda fue condenado a 28 años de cárcel en abril pasado, en el tribunal de Besançon, que consideró que había un conjunto de pruebas que apuntaban a que había matado a su exnovia por celos e hizo desaparecer el cadáver.
El chileno, hijo de una familia adinerada de Chile, sostiene que no mató a su ex y asegura que se encuentra fugada. "Yo no maté a Narumi, también quiero conocer qué pasó", dijo, entre llantos, el acusado en el proceso en primera instancia, en abril pasado.
Zepeda, que en el momento de la desaparición tenía 25 años, viajó a Francia donde residía su ex, a quien había conocido durante una estancia de estudios en Japón.
Las imágenes de videovigilancia muestran a Zepeda y Kurosaki entrar juntos en la residencia donde vivía la japonesa en la noche del 4 de diciembre de 2016, pero solo se ve salir al chileno. La nipona no fue vista nunca más.
Otros estudiantes testificaron que esa noche escucharon gritos y golpes, poco antes de que las cámaras grabaran al chileno salir solo de la residencia.
También quedó probado que Zepeda compró fósforos, cinco litros de líquido inflamable y un espray de lejía, con los que según la acusación pudo haber hecho desaparecer el cadáver y eliminado pruebas.
Todas estas pruebas, que apuntalaron la acusación en primera instancia, son puestas en duda por el padre del acusado, que afirma que hay muchas irregularidades y que apunta a la ausencia de pruebas materiales del presunto crimen.
