"El terremoto del 27 de febrero de 2010 sorprendió a los habitantes de nuestro país. Ni las personas ni la institucionalidad de monitoreo sísmico estaban preparadas para experimentar uno de los terremotos más fuertes en la historia del planeta".
Así anota un comunicado del Centro Sismológico Nacional, dependiente de la Universidad de Chile (ver archivo adjunto), que da cuenta del proceso de modernización institucional impulsado por la tragedia que sacudió a nuestro país a fines de febrero hace seis años.
El organismo recordó que, para la época, su antecesor, el Servicio Sismológico Nacional "funcionaba con un enfoque principalmente académico, observando, calculando y localizando los sismos sólo en días hábiles en horario de oficina, puesto que no era una institución concebida para responder rápidamente frente a emergencias sino que -principalmente- para apoyar la investigación académica".
Así, el sismo registrado a las 03:34 horas de la madrugada del 27/F "encontró a los analistas y sismólogos en sus hogares", lo que "generó múltiples cuestionamientos y discusiones a nivel nacional", que generaron un consenso en torno a la necesidad de "una nueva institucionalidad" preparada para afrontar este tipo de emergencias.
La firma, en diciembre de 2012, de un Convenio de Colaboración entre la Universidad de Chile y la Oficina Nacional de Emergencia (dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública), permitió fortalecer la red de comunicaciones y allegar nuevos recursos al nuevo Centro Sismológico.
Las principales mejoras
"Si bien el CSN es heredero del SSN, cuenta con una nueva estructura organizacional y mayores recursos. El Centro Sismológico pasó de tener una docena de funcionarios a los cerca de 50 que posee actualmente", ejemplifica el profesor Sergio Barrientos, director del organismo.
De esta manera, "desde el año 2013 a la fecha el monitoreo sísmico se realiza las 24 horas del día, los 365 días del año, labor efectuada por un equipo de analistas que realizan turnos de 12 horas, que van rotando cada cuatro días".
También se dispuso la contratación de más ingenieros de terreno, personal encargado de la instalación y mantenimiento de las estaciones sismológicas distribuidas a lo largo de todo el país, de más especialistas en informática encargados de crear y mejorar softwares, y se instalaron 65 nuevas estaciones "sismológicas multiparamétricas, compuestas por sismómetros, acelerógrafos e instrumentos GPS".
El profesor Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional. (Foto: Agencia UNO)
Asimismo, se implementaron nuevos protocolos para el procesamiento de las señales sísmicas y la posterior entrega de información a las entidades gubernamentales encargadas de dar respuesta a las emergencias. En la actualidad, una vez generado un sismo, la información preliminar que indica la localización geográfica y profundidad, el tiempo de ocurrencia y la magnitud del sismo se debe informar en cinco minutos, mientras la solución final, revisada por los analistas, se entrega dentro de los 20 minutos posteriores a ocurrido el evento.
Además, "el 30 de noviembre de 2015 el CSN firmó un compromiso con Onemi para hacerse cargo de la operación y mantenimiento de una red compuesta por 297 acelerógrafos que serán utilizados para establecer las características del movimiento fuerte en las diferentes ciudades del país", resaltó Barrientos.
La deuda
Pese a todos estos avances, el académico reconoció que una deuda de la Red Sismológica Nacional es "la instalación de sensores sísmicos y de presión que ejerce la columna de agua en el fondo marino".
"Una parte importante de los terremotos se generan costa afuera, por lo que en la actualidad no logramos captar las ondas sísmicas hasta que éstas ingresan al continente, encontrándose con las estaciones sísmicas más cercanas, instaladas en las zonas costeras, y eso nos mantiene un poco ciegos, por lo que aún hay espacio para mejorar", reflexionó.