El director nacional Ricardo Toro llamó a actuar ante esa realidad, ya sea "aceptando el riesgo y enseñando a la población" o impidiendo las construcciones en esos sectores.
Destacó, en tanto, que el terremoto del 2010 "fue un punto de inflexión" que llevó a implementar uno de sistemas de monitoreo y alerta temprana "más robustos del mundo".
En vísperas de la conmemoración del undécimo aniversario del terremoto de 8,8 y posterior tsunami del 27-F, que asoló a la zona centro sur y dejó 525 personas fallecidas y una veintena de desaparecidas, la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) alertó que Chile "está construido en muchas zonas de riesgo", lo cual, con las lecciones aprendidas, hay que evitar seguir haciéndolo.
Director nacional de la Onemi, Ricardo Toro, detalló en Cooperativa que, además del poderoso sismo del 2010, "en los últimos ocho años" el país ha sufrido otros dos terremotos sobre magnitud 8,0 (8,2 en Iquique en 2014 y 8,4 en Coquimbo el 2015), "dos erupciones volcánicas, y aluviones, grandes incendios forestales y un tornado".
En ese marco, "un factor a tener presente es que Chile está construido en muchas zonas de riesgo, porque nos gusta vivir mirando el mar, en los faldeos de los volcanes o al lado del río, que son zonas que hay que mitigar para estar ahí", apuntó en Lo Que Queda del Día.
Ante ello, se necesitan "políticas públicas que hagan vinculantes los mapas de riesgo con los planos reguladores de las comunas; hoy solo se tienen como referencia pero no obliga a impedir la construcción en zonas de riesgo", expuso.
Para afrontar esa realidad, hay varias posturas que se pueden adoptar, y una de ellas es "la estrategia del riesgo, aceptar el riesgo y enseñar a la población a evacuar a zona segura", o derechamente "reducir el riesgo a través acciones del Estado para impedir" que se construya en esos sectores, planteó Toro.
Sostuvo, en tanto, que "Chile, además de ser un país con amenazas geológicas, como los volcanes y los terremotos y tsunamis, también tenemos que han llegado con intensidad y frecuencia, y escenarios extremos, eventos de tipo meteorológico".
Toro recordó que el terremoto del 27-F "fue un punto de inflexión en nuestra historia de desastres, y que dejó reflejado una serie de deficiencias que tenía el Estado para enfrentar esas emergencias", lo cual "permitió utilizarlas como una oportunidad para desarrollar tosas las capacidades, en prevención y el sistema operativo".
"Le hemos incorporado todas las lecciones aprendidas estos años" y actualmente "el sistema de monitoreo y alerta temprana está destacado entre los 5 más robustos del mundo", valoró.
Desde entonces se destaca el "desarrollo de una red sismológica, que era bastante precaria en 2010, a más de 100 estaciones ubicadas a lo largo de todo el país, con estaciones para ver la mecánica del suelo, y lo más importante, que se generaron todas las direcciones regionales (de la Onemi) que antes no existían", detalló.
"A eso se le debe agregar todos los sistemas de telecomunicaciones redundantes, que aseguran que la información se pueda transferir de un lugar a otro, y protocolos muy rigurosos con todos los organismos técnicos que monitorean las amenazas", complementó.
Y toda esa "experiencia que hemos adquirido para enfrentar terremotos, tsunamis y erupciones volcánicas, la estamos transfiriendo a los hacia los eventos meteorológicos, que permitan llevar sistemas de alertas, pero que también va a requerir a futuro el equipamiento tecnológico que permita monitorear quebradas, embalses y todo lo que puede conllevar riesgo a las localidades de los alrededores", puntualizó.
Por ello, adelantó que "el gran desafío futuro del país está en potenciar el monitoreo y alertas ante eventos meteorológicos, que han sido mucho más frecuentes" en los últimos años y "con antecedentes que en la historia no existían de gravedad afectación, no solo en Chile, sino en el resto del mundo".
