Libro revela las pobres condiciones carcelarias que vivieron los chilenos detenidos en Malasia

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Cooperativa.cl

Fernando Candia y Felipe Osiadacz fueron condenados en 2018 por asesinato culposo de un ciudadano transexual.

"Las cárceles chilenas son malas, pero lo que vivieron los chilenos allá realmente es algo de una película de terror", aseguró la periodista Verónica Foxley.

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La periodista Verónica Foxley, autora del libro que relata la historia de los dos chilenos condenados por asesinato culposo de un ciudadano transexual en Malasia, indicó a Cooperativa las pobres condiciones carcelarias que enfrentaron en el país asiático.

Los chilenos Fernando Candia y Felipe Osiadacz fueron condenados en 2018 -luego de varios procesos, incluso cerca de la pena de muerte- a dos años de prisión por la muerte de la mujer trans en un hotel en Kuala Lumpur, aunque en 2019 ambos se dieron a la fuga y regresaron al país.

En el texto "Agonía en Malasia: Crónica secreta de los chilenos condenados a la horca", esta autora puntualizó que el paso por la cárcel de Malasia "fue una agonía" para estas personas.

"Al interior de las cárceles se vive pesadilla, lo que se vive en Malasia, donde hay 50 mil presos, de los cuales 15 mil son extranjeros. De esos extranjeros, hay 680 que están en el corredor de la muerte y un 40 por ciento de ellos ni siquiera tienen acceso a una defensa, ni acceso a ninguna red de soporte porque en muchos casos su familia los ha olvidado", relató a Cooperativa.

Foxley también afirmó "sé que las cárceles chilenas son malas, sé que hay una situación de hacinamiento muy grande, que hay violencia y todas las situaciones nefastas que también existen; pero lo que vivieron los chilenos allá realmente es algo de una película de terror".

"Hay que imaginarse que están en presencia de mafias internacionales, de traficantes de droga, comparten celda y reja con personas que han enloquecido, porque las condiciones en las cárceles son tan malas que la gente termina enloquecida, no hay nada que hacer durante todo el día", indicó la autora.

Además, señaló que en este libro se muestra cómo en estos recintos "no hay rehabilitación, no hay talleres, no hay música, no hay televisión (...) Sólo hay calor, hay sarna por todos lados, no hay luz".

Finalmente comentó que, tras conversaciones con Javier y Fernando, pudo comprender que ellos fueron mucho más afortunados que el resto de sus compañeros de prisión, ya que "tenían una familia que los apoyó desde siempre y quienes se preocuparon de enviarles dinero".