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Huella genética permitió condenar, ocho años después, al violador de una estudiante

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Autor: Cooperativa.cl

Desde 2012 se conservó el ADN del atacante, pero en ese momento no coincidía con el de ningún criminal registrado en las bases de datos de la justicia chilena.

En 2019, finalmente, hubo "match" con Rubén Arroyo Palacios, quien pasará los próximos 13 años encarcelado por la agresión sexual que cometió en Concepción.

 Archivo (Referencial).

El Registro de ADN del Servicio Médico Legal permitió resolver el caso y condenar al responsable.

Una prueba de ADN fue clave para la identificación de Rubén Arroyo Palacios, de 44 años, como el autor de un brutal robo con violación perpetrado en 2012 en el Parque Ecuador de Concepción, que afectó a una estudiante que entonces tenía 24 años de edad.

Los hechos dan cuenta de que la noche del 21 de agosto de 2012, la mujer esperaba locomoción colectiva en Calle Chacabuco con Tucapel, cerca de las 22:50 horas, cuando fue intimidada con un arma blanca por el sujeto, que la llevó al Parque Ecuador y la agredió sexualmente.

La obtención de una muestra biológica del agresor -que en ese tiempo era un NN- fue incluida a los registros del Servicio Médico Legal (SML), y el año pasado permitió que se hiciera match con la huella genética del imputado, después que ésta fuera ingresada a la base.

El fiscal Bernardo Orellana explicó que la clave estuvo en el "personal del hospital que tomó aquellas muestras, que permitieron, a través del sistema de laboratorios del Servicio Médico Legal, identificar una huella genética de ADN de un sujeto, en ese instante, desconocido".

"Con posterioridad, esa huella fue incorporada al registro de ADN que lleva el SML, pasó un tiempo y esto terminó en 2019, cuando se informó que la huella había hecho match con la del imputado", detalló el persecutor.

Rubén Arroyo permanece privado de libertad desde la formalización de la investigación, en octubre de 2019, y el tribunal penquista dictó una condena de 13 años de cárcel.

Durante el juicio, la víctima entregó su testimonio, lo que permitió, junto con la evidencia científica, dar por acreditada la participación del imputado, ocho años después de su crimen.