Tras complicada investidura: Arévalo dijo "nunca más" al autoritarismo en Guatemala
Parlamentarios de la Legislatura saliente obstaculizaron el traspaso por 10 horas, por lo que finalmente inició al filo de la medianoche.
El gobernante valoró a las pocas instituciones que "han protegido el deseo soberano de los guatemaltecos de vivir en democracia".
El militante del Movimiento Semilla llega al poder con un discurso anticorrupción, como ha sido el sello de su partido desde su fundación en 2015.
Bernardo Arévalo de León fue investido presidente de Guatemala para el periodo 2024-2028 en una solemne sesión en el Teatro Nacional de la capital guatemalteca con diez horas de retraso y tras una azarosa transición no exenta de intentos de "golpe de Estado" denunciados por el nuevo gobernante desde su triunfo electoral en agosto pasado.
Arévalo, un académico de 65 años que simboliza la lucha contra la corrupción, fue investido como jefe del Estado al término de una jornada en la que estuvo en riesgo la cesión de poder del mandatario saliente, Alejandro Giammatei, al presidente electo.
El mandatario recibió la banda presidencial de manos del presidente del Congreso, Samuel Pérez Álvarez, elegido también en el cargo este domingo, debido a que el mandatario saliente, Alejandro Giammattei, se ausentó de la ceremonia argumentando que debía entregar su puesto a más tardar antes de la medianoche del domingo y por ello envió al Congreso los símbolos institucionales por medio de su secretaria.
Arévalo de León y Pérez Álvarez son dos de los fundadores del Movimiento Semilla, el partido nacido de las manifestaciones contra la corrupción registradas en el país centroamericano durante 2015 y que culminaron con la caída del Gobierno de Otto Pérez Molina (2012-2015), actualmente en prisión.
La sesión de investidura dio inicio al filo de la medianoche del domingo debido a los obstáculos que los parlamentarios de la Legislatura saliente plantearon para que se llevara a cabo, aunque finalmente el nuevo Congreso quedó constituido, lo cual desbloqueó la toma de posesión.
Sin embargo, el aplazamiento del acto provocó que numerosos invitados especiales que habían acudido a la capital guatemalteca para asistir a la ceremonia se vieran obligados a marcharse antes de que diera comienzo, entre ellos los presidentes de Chile, Gabriel Boric; Paraguay, Santiago Peña, y Costa Rica, Rodrigo Chaves, así como el rey de España, Felipe VI.
"UNA NUEVA PRIMAVERA"
"Nunca más el autoritarismo", proclamó Arévalo poco después ser investido jefe del Estado del país centroamericano, tras un tormentoso proceso de transición en el que el Ministerio Público, y algunos parlamentarios de la Legislatura que acaba de terminar intentaron impedir que asumiera el cargo.
"El pueblo de Guatemala ha demostrado su sabiduría, e instituciones como la Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral han protegido el deseo soberano de los guatemaltecos de vivir en democracia", dijo en su primer discurso el presidente.
"Es gracias a los jóvenes de Guatemala, que no perdieron la esperanza, que hoy puedo hablarles en este podio", proclamó el académico y líder político, quien agradeció a los pueblos indígenas por defender la democracia de Guatemala.
El presidente recién investido ha prometido la llegada de una "nueva primavera", como la que protagonizó el gobierno de su padre, Juan José Arévalo Bermejo, entre 1946 y 1951, en una de las Administraciones de más desarrollo para el país centroamericano.
Acompañado de su esposa, Lucrecia Peinado, el presidente caminó en medio del recinto teatral entre aplausos y sonrisas, pese a las más de diez horas de retraso de la ceremonia, que finalmente se llevó a cabo en la madrugada del 15 de enero, aunque la ley establece que debe realizarse el 14 de enero.
Desde que obtuviera el segundo puesto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Arévalo de León y el Movimiento Semilla fueron perseguidos por el Ministerio Público y por los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, con el objetivo de revertir su victoria en las urnas.
El nuevo gobernante llega al poder con un discurso anticorrupción, al igual que su partido.