Los cielos de Antofagasta serán reconocidos por la Unesco con la certificación "Starlight", que acredita a esta región del desierto más seco del mundo como uno de los mejores lugares del planeta para observar maravillas del cosmos como los satélites de Júpiter o las nubes de Magallanes.
Este título, que se formalizará en breve, puede dar un gran impulso turístico a una región que hasta ahora es conocida a nivel mundial por ser la principal productora de cobre y por los avanzados observatorios astronómicos de ALMA y Cerro Paranal.
Después de un proceso que comenzó el pasado año y que superó varias etapas, Antofagasta logró una apreciada certificación que hasta ahora sólo tienen las Islas Canarias (España), La Serena (Chile), Arizona y Hawai (Estados Unidos) y Sudáfrica.
El reconocimiento consagra a tres puntos de esta región del norte de Chile entre los mejores cielos del mundo para la observación de la Vía Láctea.
Se trata del parque Chug Chug, famoso por sus geoglifos, el Alto Loa y una zona al sur de la ciudad de Antofagasta, lugares que reúnen unas características muy especiales de nitidez, brillo y transparencia, además de unas condiciones meteorológicas excepcionales, sin nubes la mayor parte del año.
"El objetivo es darle valor a esa riqueza intangible que son nuestros cielos y ponerlos a disposición de un turismo no intrusivo", explica a Efe el académico del Instituto de Astronomnía de la Universidad del Norte, Maximiliano Moyano, quien ha estado a cargo del desarrollo técnico del proyecto.
La iniciativa ha sido impulsada por la fundación empresarial EuroChile, la Universidad del Norte y el programa gubernamental Innova, que celebraron el acontecimiento con un taller internacional de ciencia de observación de los cielos, con la participación de científicos europeos.
Paralelamente, también tuvo lugar el lanzamiento de un programa de apoyo al emprendimiento y la innovación, que busca fortalecer la precaria infraestructura turística de la zona, el verdadero talón de Aquiles del desarrollo de esta industria en Antofagasta, reconoció el director ejecutivo de EuroChile, José Aravena.
"La certificación de la Unesco permitirá dar una gran difusión a la astronomía e impulsar el turismo entre las personas de todo el mundo que buscan los cielos más limpios para la observación del firmamento", subrayó Aravena.
Cielos limpios
Fue en 2008 cuando la Unesco se planteó por primera vez la necesidad de preservar la limpieza de los cielos como un elemento fundamental para la conservación del medio ambiente, la salud y la observación astronómica, relató a Efe el auditor para América Latina de la Fundación Starlight, Pedro Sanhueza.
"Naciones Unidas dijo, 'esto hay que cuidarlo antes de que se eche a perder'", explicó Sanhueza, quien considera que existe escasa conciencia social y un gran desconocimiento sobre los efectos negativos que tiene la contaminación lumínica.
Pero de la misma manera que ha ocurrido con el consumo de tabaco y está sucediendo con la emisión de gases de efecto invernadero, es posible que los gobiernos adopten medidas para frenar este problema, consideró.
Chile cuenta con una legislación que preserva sus cielos de la contaminación lumínica, asegura el astrónomo Maximiliano Moyano.
Pero la aceptación de agresivas tendencias estéticas y la ignorancia -cuando no la negligencia- lleva a veces a autorizar sistemas de iluminación que suponen una vulneración de lo que su colega Pedro Sanhueza califica de "un derecho de la humanidad".
Y si hace cientos de años las caravanas de quechuas, aimaras y coyas se orientaban por el desierto de Atacama observando las estrellas, ahora el limpio firmamento puede servir para marcarle a la humanidad cuál es el rumbo a seguir.