Observatorio chino de rayos cósmicos de alta energía comienza a operar oficialmente

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| Periodista Digital: Xinhua

Con una superficie de 1,36 kilómetros cuadrados, se encuentra en una zona montañosa de Sichuan a 4.410 metros sobre el nivel del mar.

Observatorio chino de rayos cósmicos de alta energía comienza a operar oficialmente
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El observatorio chino LHAASO, que estudia los rayos cósmicos de alta energía, partículas subatómicas que se mueven a una velocidad cercana a la de la luz, comenzó recientemente a operar de forma oficial, recoge este viernes el diario local Global Times.

El observatorio, patrocinado por la Academia de Ciencias de China y el Gobierno de la provincia central de Sichuan, recibió luz verde para su construcción en 2015.

Con una superficie de 1,36 kilómetros cuadrados, se encuentra en una zona montañosa de Sichuan a 4.410 metros sobre el nivel del mar y sirve para analizar la física de los rayos cósmicos, así como para estudiar los orígenes de la aceleración y propagación de la radiación con alto niveles de precisión.

Según el Instituto de Física de Altas Energías de la Academia de Ciencias, citado por el rotativo, las instalaciones "colocan a China a la vanguardia de la investigación astrofísica de partículas relacionadas con el origen de los rayos cósmicos de alta energía, uno de los temas más avanzados e importantes de la ciencia actual".

El complejo consta de tres partes: un conjunto de detectores de muones y de partículas electromagnéticas, otro de detectores de agua y un tercero de 18 telescopios Cherenkov de amplio campo de visión.

Juntos, podrán "medir rayos gamma y rayos cósmicos generados por objetos celestes de alta energía de forma omnidireccional con múltiples variables", indicó el Instituto.

Durante sus primeras fases de funcionamiento, el LHAASO ya ha logrado algunos avances: el pasado octubre, un grupo de astrónomos chinos lo usó para detectar los estallidos de rayos gamma más fuertes jamás registrados.

Los rayos cósmicos de alta energía fueron descubiertos a principios del siglo XX y, aunque todavía se desconoce cómo se forman, los científicos piensan que a través de su estudio podrían empezar a entender los mecanismos naturales para acelerar partículas a velocidades fuera del alcance humano.

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