Desde la entrada en vigencia de la ley de "tolerancia cero" al alcohol, a mediados de marzo, ya se pueden percibir algunos cambios en el comportamiento de la población, según explicó a Cooperativa el doctor Gianni Cánepa, siquiatra de la clínica Centro Nevería. Si bien explicitó que "es difícil definir y medir cambios en grandes poblaciones", por otra parte "sí se puede decir que, desde el inicio de la nueva ley, la percepción generalizada de las personas es que es riesgoso manejar bajo efecto del alcohol".
Esto, "en virtud del aumento de la fiscalización y las penas, no necesariamente en relación a cuán riesgoso es realmente manejar bajo efectos del alcohol".
"Cuánto de esto se traducirá en cambio perdurable está aún por verse. Lo que es evidente es que si se quiere lograr un cambio duradero, se deben mantener las fiscalizaciones permanentes. Si la ciudadanía percibe que esto fue sólo una campaña limitada en el tiempo, la posibilidad de cambio disminuye a cero", agregó.
Educar en el consumo
En ese sentido, estima que en el ámbito legislativo "se podría haber aprovechado todo este esfuerzo mediático y técnico para educar a las personas en consumo controlado de alcohol. Probablemente, pensando en una medida efectiva para disminuir la accidentabilidad secundaria al alcohol, se puso énfasis en la tolerancia cero y la incompatibilidad entre manejo y alcohol. Sin embargo, esto no contribuye a educar a la población en tener una relación más sana con el alcohol, sino sólo en que no maneje bajo efecto de éste".
Así, esta campaña "debiera, además de prolongarse efectivamente por muchos meses y hasta años para producir un cambio cultural efectivo, ser complementada por otras acciones tendientes a enseñarle a las personas cuál es el modo de beber que constituye un mínimo riesgo. No sólo al conducir, sino también en términos de su posibilidad de producir una dependencia (alcoholismo), intoxicaciones o daño hepático, por ejemplo".
Comparaciones
Cánepa explica que "hay países desarrollados donde el límite para poder conducir un vehículo se mantuvo en 0,5 mg% de alcoholemia, pero se han hecho campañas masivas en bares, restaurantes y lugares de expendio de alcohol de cómo, cuánto y a qué velocidad se debe beber para mantenerse bajo ese límite, con fuertes multas y castigos para quienes superan esa alcoholemia. Ahí hay una estrategia que combina baja de accidentes con educación en consumo controlado".
A partir de esto puede llegar a concluirse, tal como dice el dicho, que "al chileno le gustan las leyes". Para el doctor, "no sabría decir si al chileno le gustan o no las leyes. Sí creo que una legislación clara y bien pensada puede ayudar a generar cambios culturales. Tengo aún mis dudas si esta lo logrará, por las razones antes mencionadas".