En el lago Chungará, a 4.500 metros de altitud, flamencos y taguas gigantes se posan sobre envases plásticos, anidan en bolsas y luchan por sobrevivir a los agrestes parajes del altiplano andino, esquivo a albergar vida y hoy contaminado por la presencia del hombre.
En la frontera entre Chile y Bolivia, el lago Chungará, que reposa tranquilo bajo el volcán Parinacota, acoge a más de 130 especies nativas y, debido a su cercanía con la principal carretera que une a ambos países, se ha convertido en un paradisiaco nicho de botellas, neumáticos y desechos orgánicos.
"El lago tiene 22 especies de aves, muchas de ellas nidifican, entonces los plásticos que caen al lago son llevados por las aves a sus nidos flotantes, sobre todo las taguas gigantes y gaviotas", dijo a Efe el jefe de Áreas Silvestres Protegidas de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) en la región, Carlos Nassar.
"Todo ecosistema que se contamina se perjudica, por eso es que estamos preocupados de este tema", añadió.
Frontera, aduana y basura
El lago, que se formó hace unos 8.000 años producto de una avalancha cuando colapsó el volcán Parinacota, se encuentra inmerso en el parque nacional Lauca, a unos 54 kilómetros al oriente de la localidad chilena de Putre y a escasos 9 kilómetros del límite con Bolivia.
Es por esto, que las recurrentes filas de transportistas chilenos y bolivianos a la espera de atravesar por el complejo fronterizo Chungará han provocado que la rivera del lago esté permanentemente colapsada de envases de comida y botellas plásticas.
"A lo largo de la carretera hay basura, pero la concentración en el lago se debe a que los camiones se estacionan para esperar el trámite aduanero. La frontera se cierra a las 20.00 horas y hay camiones que si llegan a las 20.30 horas tienen que esperar toda la noche ahí", detalló Nassar.
"En ese lapsus de la noche, hay más de 40 camiones esperando y ahí hacen de todo, botan basura, hacen sus necesidades biológicas, entonces es bastante complicado controlar ese tema", añadió el funcionario.
Falta de personal
Cubierto de extensos bofedales, el parque nacional Lauca abarca más de 137.000 hectáreas de precordillera y altiplanos, territorio que según el experto, es demasiado amplio para los tan sólo cinco guardaparques de la Conaf que resguardan la zona.
Por esto, es que comunidades de la región, universitarios, funcionarios de Carabineros, del Ejército y de servicios públicos recurrentemente participan de grandes operativos, que agrupan a unas 200 personas, para acabar con la contaminación de la rivera del lago.
"En estos operativos se hace un grupo bastante numeroso para poder generar el trabajo de limpieza y nos dividimos por sectores para que se note el cambio y se vea limpio, pero lamentablemente por la cantidad de camiones, si pasas al día siguiente se verá como que nunca se ha hecho nada", lamentó Nassar.