La periodista del semanario francés "L'Obs" expulsada de China, Ursula Gauthier, consideró que esta decisión de las autoridades de Pekín pone en evidencia que lo que hay en ese país es "una dictadura cada vez más autoritaria".
"Es muy revelador de la deriva de China, una dictadura cada vez más autoritaria", declaró Gauthier a la emisora France Info horas después de haber aterrizado este viernes en París.
Se defendió de las acusaciones que llevaron a la retirada de su acreditación para seguir trabajando en China, a raíz de su artículo publicado el 18 de noviembre en su revista sobre la reacción de China tras los atentados terroristas de París en el que afirmaba que Pekín escondía motivos propios con su aparente solidaridad.
El Gobierno comunista le reprochó alimentar el terrorismo con su escrito, en el que también se criticaba la política de China en su región occidental de Xinjiang, habitada por minorías musulmanas y donde cientos de personas han muerto en enfrentamientos armados.
La periodista francesa estimó que su expulsión es una advertencia para los otros corresponsales extranjeros, que "saben lo que les espera", y llamó la atención sobre el hecho de que la nueva ley china sobre la prensa "criminaliza la libertad de expresión".
"Detrás de los rascacielos hay una dictadura"
Insistió en que "este incidente muestra la naturaleza exacta (de China): es una dictadura que no respeta ningún derecho humano. (...) Detrás de los rascacielos hay una dictadura".
Explicó que tiene una relación "pasional" con China desde hace más de 30 años y que volverá allí "cuando dejen de (pedirle) que pida perdón públicamente".
Preguntada sobre la realidad de la apertura del régimen, replicó que "China no se occidentaliza en absoluto, es más bien una regresión lo que ocurre ahora".
Gauthier cargó también contra la inacción de la diplomacia de París, y aunque reconoció que la embajada en Pekín le respaldó, dijo que eso no bastaba, porque las autoridades chinas sólo entienden las relaciones entre capitales.
"Tendría que haber sido París (...) el que tendría que haber insistido -argumentó-. Pero París no lo hizo".
La periodista, que dijo que "nunca" se autocensuró mientras estuvo de corresponsal en Pekín, avanzó que tiene intención de escribir ampliamente sobre lo que le ha ocurrido y que la diferencia en su trabajo en Francia es que ahora "no podrán hacer ninguna campaña de denigración" contra ella.