Michelle Bachelet, directora ejecutiva de ONU Mujeres, planteó que la primavera árabe ha generado "un modelo para el resto del mundo", pese a que también ha evidenciado la dificultad de las mujeres para acceder a puestos de responsabilidad.
En una entrevista con la agencia Efe, la ex mandataria elogió las revueltas en el mundo árabe como "una fuerza joven que irrumpe en escena no ligada a las instituciones ni a las organizaciones políticas tradicionales, pero con un gran clamor por la libertad, la justicia social y la democracia", características que generan un modelo para el resto del mundo incluido el desarrollado, con bajos niveles de crecimiento y altos niveles de desempleo juvenil "que cuestiona el sistema económico y político".
Aunque reconoció que es un proceso que aún no ha terminado y cuya forma final se desconoce, enfatizó que su valor reside en el hecho de que es una dinámica interna, propia de cada país, que trata de encontrar sus respuestas.
Para la directora de ONU Mujeres, los procesos en Túnez, Egipto y Libia han sido distintos, pero existe una gran oportunidad histórica para que todos ellos puedan avanzar en sus aspiraciones, entre ellas los derechos garantizados para hombres y mujeres.
Respecto a estas últimas, señaló que el nuevo panorama ha evidenciado que las mujeres "todavía tienen tremendos obstáculos para acceder a cambios de representación o a puestos de toma de decisión en el mundo" y agregó que "la única manera en que esto no sea así es a través de medidas especiales transitorias, como asegurarnos de que hayan cuotas o leyes de paridad".
Respecto a esto, citó el ejemplo de Túnez, donde 49 mujeres fueron elegidas para el Parlamento, aproximadamente un 23 por ciento de los escaños, y agregó que hubiera deseado que esa representación fuese del 30 por ciento, "lo que haría una diferencia real"; pese a ello elogió las "listas cremallera" para favorecer a la mujer.
Al ser consultada por la escasa representación femenina en la Cámara Baja egipcia, que se calcula que rondará el dos por ciento, Bachelet alegó que "son los propios egipcios quienes deberán evaluar las razones" sobre este fenómeno.
Sin embargo, calificó de "extraordinariamente malo" el dato, ya que, a su juicio, "la democracia no es solo el derecho a elegir, sino también el derecho a ser elegido".
"La igualdad de derechos de hombres y mujeres es el objetivo último de la democracia", sentenció la ex mandataria, destacando que su organismo "ha apoyado todo este tiempo a Egipto, Túnez y Libia, donde esperamos abrir pronto una oficina de mujeres para sostenerlas en sus prioridades", razón por la cual se ha abierto un fondo para los países árabes de cuatro millones de dólares (unos 2.013 millones de pesos chilenos), que espera pueda aumentar en un futuro.
Finalmente, reveló que su experiencia como presidenta de Chile le enseñó que la democracia es "un proceso que se puede ir perfeccionando gradualmente, pero hay algunos elementos que se deben tomar desde el comienzo, como una Constitución que garantice una paz verdadera".
"Es un proceso que tiene grandes dificultades y para el que no hay recetas", remató Bachelet.