El abogado Cristián Latrille Tagle, de 39 años, dijo haber sentido que actuaba en representación de las víctimas de Fernando Karadima cuando, el miércoles 4 de diciembre del año pasado, sorprendió al cura oficiando una misa al interior del Convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, en Providencia, lo fotografió y lo encaró, para luego hacer llegar dicho registro a Juan Carlos Cruz, quien hizo públicamente la denuncia.
El desacato del cura abusador provocó un remezón en el Arzobispado de Santiago y empañó la investidura como cardenal de Ricardo Ezzati, figura fuertemente criticada por los denunciantes del caso. La condena del Vaticano por abuso sexual a menores impide a Karadima celebrar misas públicas y la infracción de ello podría acarrear su expulsión del sacerdocio.
"Ese miércoles 4 de diciembre falleció mi abuela paterna. Nos avisaron a eso de las 07:00, y yo llegué al convento como a las 11:00. Ya estaban en la pieza donde falleció mi abuela, mi padre, mis tías y otros familiares, todos esperando que llegaran los servicios fúnebres. Como al mediodía, y mientras seguían llegando más familiares, una tía nos dice que vio en la capilla de la entrada del convento al cura Fernando Karadima celebrando misa", recordó Latrille en entrevista con Ciper Chile.
"Yo quedé perplejo y pensé durante unos minutos si debía hacer algo, y de hacerlo, qué sería lo correcto. Tomé la decisión de ir a ver si efectivamente era Karadima quién estaba celebrando la misa. Entré a la capilla y me senté a escuchar la misa (...) Lo reconocí de inmediato. Verlo celebrando la misa me provocó ira y una sensación de impotencia, pero me traté de calmar", explicó el profesional, quien resaltó que el cura "estaba haciendo todos los pasos de la misa: leyó las lecturas, el Evangelio, dijo unas pocas palabras de comentario de las lecturas que acababa de hacer" e incluso dio la comunión.
"Había dos personas adelante, dos señoras, y en la parte de atrás familiares míos. La misa continuó, pasó una media hora y llegó la comunión. Las dos señoras de adelante se acercaron a comulgar. Una de ellas se da vuelta y nos hace un gesto por si queríamos comulgar (...) El momento en que vi a Karadima entregar la comunión fue lo más impactante: ¡No sólo estaba celebrando misa, sino que ahora daba la comunión!", contó Latrille, quien rechazó el sacramento.
Negación
El abogado explicó que durante el transcurso de la misa tomó fotografías de Karadima y cuando ésta terminó "decidí levantarme y encararlo".
"Caminé en su dirección, me acerqué y le digo que él no podía estar celebrando misa porque fue condenado por abusos sexuales reiterados contra jóvenes adolescentes. Su respuesta me dejó perplejo: me dijo que eso no era cierto. Le replico que sí es cierto, que fue condenado por el Vaticano y que él estaba incumpliendo la sentencia que se le impuso. Me dice: 'Eso es una mentira'. Y mirando una imagen de Jesús que esta en la capilla, me dice que no hable delante de Jesucristo de esa forma", relató consternado el denunciante.
"Le digo que soy abogado, que trabajo con niños víctimas de abuso sexual, que leí el proceso canónico del que fue objeto y que efectivamente él no puede celebrar la misa, ¡que no lo puede hacer! En ese momento me miró y me dijo que él iba a orar por mí y alargó su mano intentando tocar mi brazo. No se lo permití", recordó el profesional, que dijo haber enrostrado al párroco que "con su actitud" hizo "un daño terrible" a la Iglesia Católica".
Las mujeres que escuchaban la misa salieron en defensa del cura, a quien calificaron como "un mártir de la Iglesia", relató Latrille.
"En ese momento yo sentía que de alguna manera estaba representando a las víctimas. Me acordé mucho de las tres victimas más conocidas de Karadima: José Andrés Murillo, Juan Carlos Cruz y James Hamilton. Sentí que debía hacer eso, algo así como un deber moral", explicó Latrille, que asegura que ante su increpación con "tono enérgico", el abusador sexual le respondió: "Voy a rezar por usted".
"Sin ser yo víctima de abuso, lo más fuerte de todo esto (...) fue la actitud de Karadima: seguir negando todo. ¡Y más encima me decía que iba a orar por mí! Eso es muy típico de los abusadores: devuelven su culpa a las victimas de sus abusos", apuntó.
Defensa en el convento a Karadima
El abogado contó además a Ciper que cuando los familiares de las ancianas se enteraron de que Karadima iba a cumplir su condena en el recinto se sintieron "muy incómodos", pese a que "el lugar es maravilloso y, para mí, la mayoría de las monjas que allí viven son santas".
SIn embargo, "nos aseguraron que Karadima no iba hacer misa, que iba a hacer sus rezos y su misa en su pieza. Incluso se nos dijo que él no iba a bajar al primer piso (...) El acuerdo fue que él no bajaba a esa capilla principal".
Esta actitud contrasta con lo que se produjo, no obstante, durante aquél episodio: "En un momento, una de las señoras que asistía a la misa de Karadima se acercó y me dijo que él era un 'mártir de la Iglesia Católica'. Acto seguido salió a avisarles a las monjas. Poco después entró la monja que en esos momentos subrogaba a la superiora. Muy molesta me dijo que yo estaba en su casa, que le estaba faltando el respeto a su casa, que no podía sacar fotos y que por qué me había acercado a Karadima. Le expliqué lo mismo que ya le había dicho al cura: que Karadima había sido condenado y que, en virtud de ello, no podía estar haciendo misa, que si ella lo avalaba estaba siendo cómplice del desacato a una prohibición impuesta por el Vaticano. También le dije que esa no era su casa, sino un asilo de ancianas, bastante caro por lo demás, y que mi abuela había llegado antes que Karadima".
La monja "en forma muy impropia me replicó que por qué entonces no habíamos sacado a mi abuela de allí si no estábamos contentos".
Cristián Latrille explicó que producto de su trabajo "con niños y jóvenes víctimas de abusos sexuales" conoce y ve "a diario" el dolor de los abusados y sus familiares.
"Sé que las personas que son víctimas de abuso sexual sufren un daño muchas veces irreparable (...) y sé que si hay algo común en las víctimas, es que ellos quieren justicia. Quieren que la persona que cometió el abuso vaya a la cárcel o tenga alguna sanción. Por eso sé lo importante que es para las víctimas de abusos sexuales que cuando su abusador es condenado, esa sanción se ejecute (...) No hay nada peor para la víctima que enterarse que se condenó al acusado, pero no cumple la condena. Lo hacen sentir que su abusador se vuelve a reír de él. Algunas víctimas lo entienden como otra forma más de abuso. Una prolongación del dolor y del daño", advirtió.