El investigador japonés Tasuku Honjo está convencido de que el Nobel de Medicina que recibió este lunes no es el final de su carrera, aunque le permitirá disfrutar más de la vida, del golf y de las cenas con amigos y familiares.
Honjo, de 76 años, seguirá trabajando "mientras sea útil para la ciencia", dijo este martes en una entrevista telefónica con Efe en la que reconoció que anoche tuvo pocas horas de sueño por los numerosos mensajes que tuvo que contestar, aunque no llamadas telefónicas.
"Hoy en día puedes apagar las llamadas telefónicas, pero fueron muchos correos electrónicos y mensajes...", explicó desde Kioto, la ciudad del centro japonés donde nació y en cuya Universidad trabaja ahora, tras pasar por varios centros de estudios superiores en Estados Unidos.
Viajó a ese país en los años 70 del siglo pasado, pero luego regresó a Japón para volcarse en la investigación, en una época en la que las instalaciones y la financiación para dedicarse a ello eran deficientes.
Experto en el sistema inmunológico, Honjo obtuvo ayer el Nobel de Medicina junto con el estadounidense James P. Allison, ambos por sus trabajos con proteínas claves en el sistema inmunológico que han permitido el desarrollo de tratamientos contra el cáncer más efectivos.
En el caso de Honjo, su aporte está ligado al descubrimiento, en 1992, de la proteína PD-1, que frena el desempeño de las células T, un tipo de glóbulo blanco que ayuda a proteger el cuerpo de las infecciones y ayuda a combatir el cáncer.
Tanto la PD-1 como la proteína CTLA-4, que investigó por su parte Allison, permitieron avanzar en la terapia inmunológica para combatir el cáncer de pulmón y el melanoma gracias a los métodos para romper las proteínas que frenan las funciones de las células T.
Tras llegar a la cumbre de su carrera gracias al Nobel, Honjo no cree que ello implique arrojar la toalla y disfrutar de la jubilación, pero sí de la vida: "En este momento no tengo ningún plan para retirarme", insistió. Al contrario, sigue trabajando en dos laboratorios, uno en Kioto y otro en la ciudad de Kobe, y se mantiene activo en la investigación científica.
"Pero también quiero disfrutar de la vida, del golf, de compartir cenas con amigos y familiares", agrega.
Honjo contó en una entrevista anterior que a raíz del descubrimiento de la enzima deaminasa de citidina inducida por activación (conocida por sus siglas en inglés de AID o AICDA), él y sus colegas brindaron con un Vega Sicilia de 1962.
Todavía se conserva esa botella con las firmas y la fecha de quienes participaron en la investigación.
El investigador recibió la noticia de la concesión del Nobel hora y media antes de que fuera anunciado oficialmente por el Comité Nobel de Medicina, pero según dijo hoy en una rueda de prensa, pidió que se lo confirmaran por escrito, por si acaso era una broma: "Me llamó una persona que conozco, de la Fundación Nobel, y me dijo que no era una noticia falsa, pero pedí que me escribiera un correo de confirmación", señaló.