Una dieta cuya principal fuente de proteína son las carnes rojas conduce a un mayor riesgo de ataque cardíaco, de embolia y limita la función renal, según afirma un estudio clínico presentado este lunes por la Clínica Cleveland, de Ohio.
La investigación encontró que el consumo de carnes rojas produce cerca del triple de N-óxido trimetilamina (TMAO, un subproducto de la digestión de nutrientes) en comparación con las carnes blancas.
"El TMAO es producido cuando las bacterias intestinales digieren la colina, la lecitina y la carnitina, nutrientes que abundan en productos animales como las carnes rojas y el hígado", describe el informe.
El estudio, publicado en la revista European Heart Journal, destaca que no solamente las carnes rojas aumenta la producción de TMAO, sino que "reducen su eliminación contribuyendo a la acumulación de altos niveles (de esta sustancia) que han sido vinculados al desarrollo de arteriosclerosis y enfermedades del corazón".
El autor principal de la investigación, Stanley Hazen, director del Centro de Microbioma y Salud Humana de la Clínica Cleveland, señala el estudio como el primero que comprueba la dificultad de los riñones para eliminar algunas sustancias producidas por las carnes rojas.
De acuerdo con Hazen, el reporte ofrece evidencia de que los cambios en la dieta pueden ser una estrategia de tratamiento efectiva para "reducir los niveles de TMAO y subsecuentemente el riesgo de enfermedades cardíacas".
La investigación incluyó 113 participantes a los que aleatoria y secuencialmente se administraron planes alimenticios basados en carnes rojas, carnes blancas o dietas vegetarianas como fuentes de proteínas para obtener el 25 por ciento de sus calorías diarias.
Los análisis de los cambios de dietas fueron realizados con el apoyo de un equipo dirigido por Ron Krauss, profesor adjunto de Ciencias Nutricionales de la Universidad de California Berkeley.
Las enfermedades del corazón son la principal causa de muertes, tanto en mujeres como en hombres, en Estados Unidos, con cerca de 610.000 fallecimientos anuales. Esto equivale a una de cada cuatro muertes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).