El chileno-español Marcelo Escalante, quien se encuentra varado en su velero hace 54 días en la isla de Roatán, en Honduras, junto a su mujer, su hijo de 21 años y dos jóvenes guatemaltecos, reconsideró su intención expresada hace un par de días de navegar de retorno a Chile en su embarcación.
En conversación con Cooperativa, el chileno dijo esta semana que estaba decidido a volver al país, cansado de no recibir ayuda desde Chile, y también porque no ha podido descender de la nave, ya que a causa de la pandemia las autoridades de esa localidad no permiten el desembarco, pese a que no hay ninguna persona contagiada a bordo.
No obstante, ahora sostuvo que volvió a pensar su situación y escuchó algunos consejos respecto a la arriesgada travesía que sería volver a Chile, un viaje de dos semanas y media sin parar en ningún puerto.
"Ayer escuché a un capitán de la Armada del buque Escuela Esmeralda, escuché a un experto en veleros y me dijeron que era un viaje muy arriesgado, que se podía hacer, pero era un viaje muy arriesgado, entonces que lo pensara mejor, que recapacitara", dijo Escalante.
"Son 54 días sin poder tocar tierra, entonces los pensamientos cada vez son más de prisa. Me cuesta mucho mantener mi moral y tengo que mantener la moral de todos, porque por mi responsabilidad están ellos aquí", agregó.
Escalante además comentó que "hemos ido madurando las cosas, he estado hablando con Capitanía de Puerto, sé que tenemos tres días más de mal tiempo aquí, la mar está cambiando, luego viene la temporada de huracanes para Centroamérica, entonces es una situación super complicada".
El chileno dijo que su única solicitud al Estado de Chile eran permisos y salvoconductos para pasar por el Canal de Panamá en su eventual retorno, pero no fue escuchado.
Asimismo, expresó que ha tenido ofrecimientos para esperar en la isla mientras pasa pandemia, pero como no puede desembarcar, sigue "a la deriva".
"Aquí hay gente muy buena, nos han reabastecido de víveres, aquí hay una chilena que se llama María Cleta, que está al pendiente. Estuve hablando con otra hondureña que nos conocemos, es empresaria de aquí en Roatán, también tiene empresas en Chile, me dijo que no me arriesgara a hacer el viaje porque va a ser complicado", planteó.
"Me ofreció la estadía y la mantención completa en uno de los hoteles que tiene aquí hasta que pueda pasar el tiempo y pueda pensar con la cabeza más fría. El problema es que todavía no podemos descender de la embarcación", expresó.