La "sobrecapacidad" de China es una absoluta falacia

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Acusación de EEUU busca frenar el progreso tecnológico y la modernización industrial de China, permitiendo que ellos monopolicen las industrias y mantengan su hegemonía económica global.

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Por: Embajador de China en Chile, Niu Qingbao

Recientemente, algunos políticos y medios de comunicación de Estados Unidos han acusado a China de tener supuestos problemas de "sobrecapacidad" en su industria de nueva energía, afirmando que la fabricación china de vehículos eléctricos, baterías de litio y paneles solares "se exporta al mundo" y "pone en peligro a las industrias occidentales"; y amenazaron con tomar medidas dirigidas a restringir la exportación de productos relacionados provenientes de China. El gobierno de Estados Unidos anunció la aplicación de aranceles del 100% a vehículos eléctricos chinos, citando razones de "seguridad nacional", en un intento de excluir completamente a los vehículos eléctricos fabricados por China, para justificar el proteccionismo a sus propias empresas automotrices, que carecen de competitividad. En realidad, esa narrativa de que la industria de nueva energía de China tiene una "sobrecapacidad" no corresponde a la verdad ni a los principios económicos, y es una absoluta falacia.

En primer lugar, no existe una sobrecapacidad en la industria de nueva energía de China. ¿Qué es una sobrecapacidad? Es cuando la producción supera la demanda. En los últimos años, las exportaciones de vehículos eléctricos de China han crecido rápidamente, y la producción y venta de baterías de litio y productos fotovoltaicos han prosperado, lo que refleja la fuerte demanda mundial de dichos productos chinos. Además, el desarrollo de nueva energía verde, baja en carbono y amigable con el medioambiente es una tarea urgente para toda la humanidad y un consenso entre las naciones. Según cálculos de la Agencia Internacional de Energía, para lograr el objetivo de neutralidad de carbono, la demanda global de vehículos eléctricos alcanzará los 45 millones en 2030, y la demanda de nueva capacidad instalada fotovoltaica llegará a 820 gigavatios, 4.5 veces y 4 veces más que en 2022 respectivamente; y la capacidad actual está lejos de satisfacer la demanda. China, como el mayor fabricante mundial de equipos de energía renovable, ha contribuido a reducir significativamente los costos globales de la energía eólica y fotovoltaica, lo que es una contribución a la transición verde global. Aquellos países que claman por la reducción de emisiones y el carbono deberían aprender de China.

En segundo lugar, la competitividad global de la industria de nueva energía de China no se debe al "apoyo" del gobierno. El aumento en las exportaciones de los llamados "tres nuevos" productos estrella de China, como los vehículos eléctricos, las baterías de litio y los productos fotovoltaicos, se basa en el sistema completo de producción y suministro de China, un mercado de gran escala, innovación tecnológica continua y ventajas comparativas formadas por la plena competencia de mercado. Como el país que posee la gama más completa de sectores industriales en el mundo, China tiene una potente cadena industrial que cubre todos los aspectos de la industria de nueva energía, permitiendo que una fábrica de vehículos de nueva energía pueda encontrar todos los proveedores de piezas necesarias en un radio de 4 horas de viaje. Después de años de práctica, China ha logrado avances constantes en la tecnología central de baterías para vehículos de nueva energía, conviertiéndose en líder mundial de fabricación de tecnología y equipos en energía fotovoltaica y eólica marina. La industria de nueva energía de China ha desarrollado habilidades reales a través de la competencia abierta, en vez de una ventaja competitiva injusta mediante supuestos "subsidios". Al contrario, quien busca una ventaja competitiva injusta es Estados Unidos. A través de políticas como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), Estados Unidos ofrece cientos de miles de millones de dólares en subsidios a su industria de nueva energía, que discriminan gravemente a los productos de otros países y constituyen una competencia desleal.

En tercer lugar, acusar a China de "exportar la sobrecapacidad" es un claro ejemplo de doble rasero. La exportación de productos de un país no es "exportar la sobrecapacidad". Aunque la capacidad productiva de los llamados "tres nuevos" productos de China es alta, se prioriza el consumo interno y no se exporta de forma masiva. Tomemos como ejemplo los vehículos eléctricos: el año pasado, solo el 12.7% de los vehículos eléctricos producidos en China se exportaron. En comparación, Alemania exporta el 80% de su producción de automóviles, Japón el 50% y Estados Unidos el 25%. Además, un producto solo puede ser considerado como "dumping" o "distorsión de precios" si se vende en el mercado extranjero a un precio inferior al del mercado interno, pero el precio promedio de los vehículos eléctricos chinos vendidos en Europa supera los 31.000 euros, el doble del precio en el mercado interno. ¿Dónde está entonces el "dumping" o la "distorsión de precios"? Incluso si las exportaciones de los "tres nuevos" productos chinos superaran las ventas internas, esto tampoco significaría "sobrecapacidad", ya que siguiendo esa lógica, los aviones Boeing, los iPhones, la soja y las armas de Estados Unidos tendrían todos una grave "sobrecapacidad". ¿Por qué aquellos que atacan la "sobrecapacidad" de la industria de nueva energía de China no dicen nada al respecto?

Estados Unidos ignora los principios de no discriminación y competencia justa de la Organización Mundial del Comercio (OMC), y en cambio, acusa a China de "exportar la sobrecapacidad " con el objetivo de crear una variación de la "narrativa de amenaza china". Esto busca frenar el progreso tecnológico y la modernización industrial de China, permitiendo que ellos monopolicen las industrias de alta gama y mantengan su hegemonía económica global. El Mundo Occidental, sobre todo Estados Unidos, al politizar cuestiones económicas y comerciales como la capacidad productiva, no beneficiará la transformación y modernización de sus propias industrias, sino pone en peligro la estabilidad de las cadenas de producción y suministro globales, y socava la agenda climática mundial; creando una situación de "perdida para todos". Estas intenciones y acciones no solo son inmorales, sino que también están destinadas a fracasar.

Ante desafíos comunes para toda la humanidad, como el cambio climático, los países son una comunidad de futuros compartidos interdependiente y de ayuda mutua. Mantener la apertura, la inclusión y la cooperación en beneficio mutuo es la mejor y única opción correcta para el panorama global de capacidad productiva. La transición verde global ofrece un amplio espacio de mercado. En la carrera por la industria de nueva energía, China está dispuesta a avanzar junto con todos los países, Chile incluido, compartiendo oportunidades y manteniendo la estabilidad y fluidez de las cadenas de producción y suministro globales. Que el libre comercio y la competencia sana se conviertan en la base luminosa del desarrollo verde global.

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