La autora conversó con Cooperativa en medio de la Filsa 2014.
Habló del vínculo que mantiene con su país natal y sobre la generación literaria a la que, siente, pertenece.
"No me siento renovadora, al lado de la gran renovación que aporta la literatura chilena, que es súper revolcadora de estilos y de ánimos", comentó Guerra a Cooperativa.
Novelista y poetisa cubana, discípula de Gabriel García Márquez, Wendy Guerra volvió a Chile en el marco de la Feria del Libro de Santiago 2014, para encontrarse con un país que la reconforta. Un lugar donde anteriormente vivió, pero el que ahora puede apreciar sin ser acosada por las cámaras, tras dejar atrás una relación con "alguien muy conocido".
Ahora, se planta en medio del evento literario como la autora que es, siendo descrita como alguien "que recuerda al realismo mágico", y protagonista de un diálogo que se tituló "Mi propia voz", la tarde de este sábado.
A pesar de que tiene varios libros, sólo se ha publicado el último de sus trabajos en su tierra natal, "Posar desnuda en La Habana. Diario apócrifo de Anaïs Nin", la versión de un viaje emprendido por la autora estadounidense a la capital de la isla caribeña, por allá en los años 20.
Su situación es complicada y ella lo reconoce. Pero según contó a Cooperativa, "poco a poco espero que los libros que tienen que ver con la realidad cubana actual puedan ser publicados. (Tal como están las cosas ahora) significa que mi sociedad no está preparada para lo que yo hago. Eso es asombroso. Una sola persona puede producir ese efecto. Es muy extraño"
Sin embargo, sus libros cobran vida propia y se distribuyen entre manos de anónimos, e igualmente calan en las lecturas de "quienes sí quieren tenerlos".
De hecho, explicó Guerra, "los chicos lo fotocopian y hay todo un movimiento underground. Pero no sólo conmigo, con Pedro Gutiérrez, las cosas de (Leonardo) Padura, que, bueno, ya estan editadas, pero en su momento... Reinaldo Arenas, (Guillermo) Cabrera Infante... No me estoy comparando con grandes autores, me estoy comparando con el silencio de las palabras. Es muy hermoso. Todo lo prohibido es delicioso".
Hasta hace un tiempo podía sobrellevar su inquietud artística de otra manera en la isla. Pero ahora, "en Cuba también estoy prohibida como actriz, todo lo que se dice de mí en los medios se prohíbe, ya no pude actuar más en televisión. Todo ha sido terrible para mí. Por eso es que me siento reconstruida en un lugar como este".
Consultada por la situación que atraviesa su vínculo con Cuba, Guerra lo describe fácilmente: es como "si alguna vez has tenido una historia de amor muy intensa, pero imposible, secreta: Tengo un estado de adulterio con mi país".
Haciendo autoficción
Aunque sus obras han sido valoradas en múltiples países, además de quedarse con reconocimientos como el Premio de la Editorial Bruguera y el Carbet des Lycéens 2009, y ser nombrada Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres de la República francesa en 2010; Wendy Guerra prefiere se cutelosa con la descripción de su carrera.
Ella no se siente como parte del recambio para la literatura latinoamericana. "Aquí vive Alejandro Zambra que es uno de los renovadores de mi generación, y los chilenos cambiaron la literatura con Bolaños. No me siento renovadora, al lado de la gran renovación que aporta la literatura chilena, que es súper revolcadora de estilos y de ánimos", comentó.
Pero, "sí me siento parte de un todo, de esta corriente de la autoficción, que es contar algo de la vida nuestra con más ficción que otra cosa. Me siento parte de un grupo de gente de mi edad que está escribiendo, que está tratando de formar una literatura muy parecida a nuestros cuerpos y nuestras mentes. Muy humana".
Y ¿qué espera de que quienes la lean? "Así como yo misma me desnudo, espero que se metan a la cama de mis libros y hagamos el amor. Así de ruda y cruda", finalizó Guerra.
