La Columna de José Arnaldo Pérez: Nuestros Juegos. Y no hay más… Por ahora

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Autor: Cooperativa.cl

Revisa la opinión del periodista de Al Aire Libre en Cooperativa sobre los Juegos Sudamericanos que arrancan este sábado en Cochabamba.

La Columna de José Arnaldo Pérez: Nuestros Juegos. Y no hay más… Por ahora
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Por José Arnaldo Pérez, @ChascaPérez

Aún lo recuerdo, Argentina 2, Colombia 0. Estadio Nacional de Santiago. Era 1.986. Hacía poco de la "mano" y genialidad de Maradona la "Albiceleste" había sido campeona del mundo en México. Y ahora repetía la vuelta con un título de menor cuantía. Se trataba de los Juegos Odesur (hoy mutados en Suramericanos, cada vez me gusta menos ese nombre) pero descollaban ya figuras como Sergio Goycochea, Pedro Troglio, Claudio Caniggia y Alfredo Graciani, entre otros. Era el cierre de una competencia al estilo de los "Olímpicos", pero sólo con países de nuestro subcontinente que llenaron las pantallas con muchas disciplinas, y que a varios nos tuvieron pegados mirando la calidad de diferentes atletas. Y mal no nos fue: segundos en el medallero con cincuenta (leyeron bien, CINCUENTA) medallas de oro, tras Argentina que acumuló 80.

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Tal lugar de privilegio de la delegación nacional no fue sólo porque nuestros competidores hayan sido locales en esa tercera edición. Nada que ver. Era el resultado lógico de un país que al deporte sin gran infraestructura lo veía como algo relevante en ese entonces. Y para apuntar más datos, en las dos ediciones anteriores (La Paz, Bolivia, en 1.978 y Rosario, Argentina el '82) el escudo chileno también había alcanzado el segundo puesto. Debemos aclarar eso sí que para Brasil el interés era superior, y a estos torneos asistía con un equipo de menor calidad, ya que sus principales deportistas estaban en las ligas mayores. Aún así Chile era sin lugar a dudas la tercera "potencia" de Sudamérica.

En 1.990 se cedió el segundo sitial a Perú, ya que en Lima ellos fueron locales y escoltaron al vencedor, una vez más de esta competencia, Argentina. En aquella vez se esgrimió que por ser locales su preparación y delegación fue alta, y por eso se desplazó a los nuestros. Pero el quinto lugar de Valencia en Venezuela el '94 y el sexto de Cuenca, Ecuador, el 98' nos hicieron hablar de fracaso, retroceso, estancamiento, y que en menos de 15 años nos sobrepasaron países que, en nuestra encubierta soberbia y mala costumbre de mirar en menos, antes se les ganaba sin problemas. Incluso el cuarto puesto de las cuatro sedes que albergaron los juegos en Brasil el 2.002 (Curitiba, Río de Janeiro, Sao Paulo y Belém do Pará) fue engañoso, ya que Colombia no asistió. Aunque Brasil al ser local por primera vez los tomó en serio, puso un equipo competitivo, y como nunca antes, ni después, un país arrasó en el medallero con 148 galardones dorados.

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Los quintos lugares que siguieron el 2.006 en Argentina (que con Mar del Plata y Buenos Aires tomó la sede que se le despojó a Bolivia por problemas de organización, y que el Presidente Ricardo Lagos con una liviandad y desdén absoluto por el deporte no quiso organizar como le correspondía a Chile por haber sido el otro postulante como anfitrión), luego en Medellín el 2010 y acá mismo en Santiago el 2014 pese a ser locales, nos han dado, más que una bofetada, un puñetazo durísimo, con mucho dolor de por medio, de nuestra realidad. Ya que mientras los soñadores –me incluyo- seguimos imaginando lejanas preseas olímpicas que están a tanta distancia como la tercera Nebulosa de Maserán, salvo excepciones individuales de talento extraordinario más que de políticas deportivas potentes, o conformándose como gran premio con títulos en los siempre exigentes Juegos Panamericanos –digo exigentes para nuestra realidad-, la mirada real nos hace ver que esta es nuestra verdadera condición, por la que debemos partir si queremos crecer, y se llama Juegos Suramericanos. Ya que no basta con todo el amor que ponen los deportistas, a ellos hay que vestirlos de adecuada preparación, infraestructura, competencias permanentes en el exterior, técnicos y personal profesional que los guíe al éxito que se pretende, pero por el cual el mundo privado apenas aporta.

Los casi 450 deportistas nacionales llevan clara la meta que les impusieron de mantener el quinto lugar en Cochabamba. Poquito para el país ¿líder? del subcontinente. Aunque reitero, no es culpa de ellos, pues ellos quisieran como siempre dejar a Chile en lo más alto. Y no es por tema de interés del público, es porque no se toma en cuenta de verdad la actividad física, porque esta competencia siempre despertó atracción en todos lados si se busca un retorno monetario.

Por ejemplo, así fue el 2.002 en el Mangeirão con medio estadio ovacionando a cada atleta de Belém Do Para. En el patinódromo de Mar del Plata el 2.006 con una madre arrodillada y gritando "ayúdala Dios mío" en la electrizante final de una argentina y dos colombianas en los metros finales de la velocidad. O en el Estadio Nacional delirando con los nuestros el 2.014; o ese puñado de argentinos que lo hizo aquella jornada de noviembre del '86 cuando la "Albiceleste" le ganó 2 a 0 a Colombia en una noche que aún recuerdo, y donde añoré ver ganar a Chile, ya que los Odesur siguen siendo NUESTROS JUEGOS... Al menos POR AHORA, porque para soñar con los oros masivos en Juegos Panamericanos y Olímpicos queda mucho por hacer e invertir... Mientras disfrutaré estos Juegos de Cochamba, y como un niño, me ilusiono con los triunfos.

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