La columna de Leonardo Burgueño: El Atlético Simeone
El periodista de Al Aire Libre analizó el crecimiento de los "colchoneros" desde que asumió el "Cholo" en la banca.
El periodista de Al Aire Libre analizó el crecimiento de los "colchoneros" desde que asumió el "Cholo" en la banca.
Por Leonardo Burgueño, @LeoBurgueno
El 18 de diciembre de 2011 fue un punto de inflexión en la historia de Atlético de Madrid. Y fue, paradójicamente, con una derrota. Ese día, los "colchoneros" perdieron 2-0 de local ante Betis, en el antiguo Vicente Calderón.
El equipo estaba décimo, a 21 puntos del líder (Real Madrid) y a 9 del colista (Zaragoza). Por eso, el presidente Enrique Cerezo despidió a Gregorio Manzano y en su lugar contrató, cinco días después, a Diego Simeone.
El "Cholo" había sido referente como jugador y había levantado la novena corona de la Liga Española en un ya lejano 1996. Entre medio, el club se fue al descenso en 2000 y estuvo dos años en ese infierno.
Pero con el DT argentino todo cambió. No sólo porque la Liga se enderezó y terminó quinto, sino que el 9 de mayo de 2012 levantaba la copa de la Europa League, en una final ante un hombre que admira, Marcelo Bielsa. Un entrenador con el que se sentía reflejado y lo mostraba en el comienzo de su carrera. Por ejemplo en el River campeón 2007, mostraba un 4-2-3-1 donde Alexis Sánchez, Falcao, Ariel Ortega, Diego Buonanotte y Sebastián Abreu luchaban por esos cuatro puestos de ataque. Pero fue cambiando y cada día que pasaba sus equipos se parecían más al "Simeone jugador" que al primer "Simeone entrenador".
"Los partidos hay que jugarlos con el cuchillo entre los dientes". Y así jugaba Atlético. Mientras él se iba adaptando a la sangría. Porque se le fueron Falcao, Courtois, Arda Turam, Diego y Miranda de la primera época. Los reemplazó con Diego Costa, Oblak, Giménez y Augusto Fernández.
Más tarde partieron Diego Costa (que ahora volvió) y entonces llegaron Griezmann y el "Niño" Torres. Y cuando llegaron las ofertas chinas para Carrasco y Fernández, no se opuso.
El 4-4-2 siempre fue fijo. Inmodificable (salvo necesidades del partido). Y los resultados empezaron a llegar entre medio de los dos gigantes de su país (Real Madrid y Barcelona) y los grandes del vecindario.
¿Y cómo lo hizo? "Como en las grandes batallas, a veces no gana el mejor, sino el que está más convencido".
Y los persuadió de que hay muchas formas de jugar y de ganar, pero que la del "cuchillo entre los dientes" le sirve al Atlético. Porque tiene un arquero que fue madurando en el arco (Oblak llegó a los 19 y hoy tiene 25), porque tiene los dos centrales de la selección uruguaya (Giménez y Godín), porque los cuatro del medio mezclan entrega, combate y juego (hoy Correa, Gabi, Saúl y Koke) y los dos de arriba combinan el estilo más fino de Griezmann con el peleador de barrio que parece Diego Costa.
Simeone llegó un día antes de la Navidad de 2011 y como buen Viejo Pascuero (que también tiene los colores de Atlético) llegó con muchos regalos: una Liga española (que le ganó al Barcelona y en el Camp Nou). Una Supercopa europea. Una Copa del Rey. Una Supercopa española. Dos finales perdidas de Champions League ante Real Madrid (una en alargue y otra en penales).
"Cuando llegué, dije que lo único a lo que aspiro es a ser un equipo molesto, que siempre les duela jugar contra nosotros". Y vaya que lo logró. Es un equipo que refleja a su entrenador. Es su espejo.