Over the rainbow

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Autor: Cooperativa.cl

Siguiendo el camino amarillo, Matías Fernández, el hombre de lata, está en busca de un nuevo corazón. El muchacho se debatió durante meses en la opción de venir y finalmente se cuadró con la Patria, sólo para ratificar lo que todos sabíamos desde hace tiempo: está fundido

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Por Aldo Schiappacasse desde Venezuela.

 

Como si fuera El Mago de Oz, el viernes la selección entrenó bajo el más espectacular de los arco iris que haya visto en los últimos tiempos. Nítido, perfecto, orgulloso, se asomó después de un palo de agua para observar las evoluciones de la escuadra del "calvo estratega", que ayer, para sorprendernos aún más, cambió el esquema, los nombres, al conductor y todo lo que se le puso por delante.

 

Siguiendo el camino amarillo, Matías Fernández, el hombre de lata, está en busca de un nuevo corazón. El muchacho se debatió durante meses en la opción de venir o no venir, escucho consejos de diversa índole y finalmente se cuadró con la Patria, sólo para ratificar lo que todos sabíamos –expertos en fútbol o no- desde hace tiempo: está fundido y requiere de iluminación especial, que espero aparezca en esta Copa. Como medida de emergencia –desde lo físico- le recetaron 48 horas sin fútbol.

 

¿Les comenté antes que éste es el país más frío del mundo? El aire acondicionado a full en taxis, sitios públicos, la habitación del hotel y todo lo que pueda refrigerarse es una incógnita para mí. Después de mi enésima pelea con Judith, la camarera díscola que insiste en mover la llave del control al máximo, he llegado a la conclusión de que así como en Chile renegamos de varias de nuestras características, acá la gente no quiere asumir el calor. Aspiran a ser Finlandia, o Estonia, porque el frío es mucho. Sentado en una multisala de cine para matar el tiempo muerto, pensé que en cualquier momento se lanzaba a nevar.

 

Don Nelson, cual moderno Sísifo, lleva la piedra a la cima de la montaña para que vuelva a caer. Jamás encuentra su equipo ideal. Para el primer partido ensayamos con tres al fondo, jugamos con cuatro en línea y en medio de la debacle volvimos a los tres. Ahora, para jugar contra los brasileños y sabiendo que una derrota por poco igual sirve, estamos ensayando con cinco en la zaga y "Chupete" sólo arriba. Valdivia tiene un problema plantar, Matías un problema en el alma y es el momento de Cabeza de Piña –el apodo universal de Carlitos Villanueva- un personaje que bien calza para lo del arco iris.

 

Mañana vamos a Maturín, una pequeña ciudad donde está enclavado el más grande estadio de esta Copa América. ¡54 mil personas! En esta fantástica Copa América, que ha llenado recintos, que ha mostrado buen fútbol y que ya destaca a insignes goleadores como Santa Cruz, Crespo, Cabañas y Suazo, lo que perdurará serán estas moles que se transformarán, de seguro, en el símbolo de la era del Ciudadano Chávez. ¿Serán abandonados recuerdos de una época de prosperidad y fanatismo que no volverá? ¿O acunarán un nuevo fervor para transformar a Venezuela en la potencia futbolística emergente que todos sueñan?

 

Así como el sueño del hielo abría y marcaba el inicio de Cien Años de Soledad, esta tierra es una aspiración permanente. Aquí, bajo el arco iris mínimo de la ilusión futbolera, uno vuelve a entender que todo es una ilusión: vivir más helados, competir mano a mano, divulgar la revolución, recuperar la capacidad perdida, armar por fin un equipo, volver con gloria a casa.

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