Por Antonio Arancio G., desde Buenos Aires
 La barra chilena se apoderó de una de las bandejas superiores de La Bombonera. |
Desde muy temprano en la mañana del jueves los hinchas de Colo Colo se tomaron el Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires. Los transeúntes, automovilistas y taxistas que pasaban por la avenida 9 de Julio, el símil de nuestra Alameda, no entendían mucho.
Los integrantes de la Garra Blanca, que llegaron en decenas de buses, cantaron y arreglaron lienzos hasta bien entrada la tarde, cuando en "procesión" arribaron hasta el Estadio La Bombonera, donde se les unió otro tipo de público.
La dirigencia de Boca determinó reunir a todos los hinchas chilenos, incluso quienes pagaron diferentes precios por sus boletos, en una de las bandejas superiores del recinto.
Así hubo una mescolanza entre barristas de la Garra Blanca, turistas, quienes pagaron charters especiales, personalidades como Carlos Caszely, algunos periodistas e incluso dirigentes.
 Un férreo control policial se dispuso para evitar cualquier conflicto en el interior del recinto boquense. |
Ninguno se salvó de las "pegas" que obliga ser un hincha: inflaron globos, picaron papel y tuvieron que ayudar a bajar la bandera gigante de Colo Colo.
La molestia de no tener una ubicación asegurada se fue apagando a medida que avanzó la hora y comenzó el partido. La totalidad vio el partido de pie y bien apretados. La policía argentina, muy rigurosa en el acceso quitando pilas y encendedores, contabilizó en cerca de 3.000 los fanáticos albos en el sector.
"Yo pagué 100 pesos argentinos (cerca de 14 mil pesos) por la entrada y acabó de ver a una persona que canceló 24 pesos (cerca de 3.500 pesos)", contó Cristóbal Reyes.
 Numerosas familias, hinchas acérrimos y fanáticos famosos compartieron en el mismo sector de La Bombonera. |
Mientras que Cecilia Cárdenas, junto a su hijo Ricardo, de 12 años, narraron su aventura: "Vinimos de Puerto Varas, estamos de vacaciones en Buenos Aires y aprovechamos de venir al estadio. La entrada la compramos en reventa porque ya habían dejado de vender. Nos costaron bien
caritas".
Las caras largas por la mala ubicación se fueron diluyendo poco a poco y ya sumergidos en los cánticos, se fue asumiendo la situación.
"Soy colocolino de toda la vida. Nunca me imaginé estar en medio de la Garra Blanca, pero ha sido una gran experiencia. Entiendo varias cosas ahora. Vine con mi hija, que es primera vez que me acompaña al estadio", narró Mauricio Cottín.
Los dos goles de Gustavo Biscayzacú en el primer tiempo también ayudaron a la comunión. Los abrazos que se repartieron fueron variopintos. Se cantó con más fuerza y la andanada de Boca en el segundo tiempo no aplacó la fiesta chilena en La Bombonera.
Los tres mil hinchas de la tienda popular festejaron un gol más, el descuento de Rodolfo Moya, se escuchó un tímido "Borghi no se va" y se retiraron en perfecto orden y sin disturbios masticando la derrota por 3-4, sin saber que en el camarín albo se ratificaba una "bomba", la renuncia del técnico que los llevó a celebrar cuatro títulos nacionales y el vicecampeonato de la Copa Sudamericana. (Cooperativa.cl)